Manifestación independentista en Plaza España y Celebración del nacimiento del fundador de los Sijs, en el Paralelo. Casi se encuentran.

Los medios separatistas son muy aficionados a controlar y clasificar a quienes van a las concentraciones y manifestaciones patrióticas en Cataluña. Así que ya puestos algunos grupos de patriotas hemos ido a dar una vuelta por la concentración de los separatistas hoy en Barcelona, sin más afán que ver desde dentro al controlador.

Los días previos anunciaban a bombo y platillo lo que supuestamente iba a ser una movilización histórica que demostrase la inequívoca voluntad del pueblo catalán frente al desafío a la legalidad. No montaba este tinglado espontáneamente la sociedad civil, todo corría por cuenta de cargos públicos que pusieron los medios de todos los catalanes a su servicio.

Días antes los propios medios separatistas anunciaban que a Montjuïch se desplazarían 150 autobuses, incluso diez venidos desde el Reino de Valencia, pagados por la Generalitat, es decir, por los catalanes que trabajamos aunque estemos radicalmente en contra del tinglado separata.

Convocaban además en un espacio muy concurrido de viandantes y turistas, con lo que resultaba muy fácil aprovecharse de esas involuntarias presencias para sumarlos a su causa.

Por allí anduvimos unos cuantos patriotas para hacernos una idea cabal de lo que se cuece en estos aquelarres separatistas. Podemos decir algunas cosas:

1. Poca gente. Para ser una concentración patrocinada y promovida por cargos públicos, con medios materiales casi infinitos, la concentración ha estado muy lejos de tener un mínimo impacto más allá del espacio de la misma. Quizás los problemas ocasionados por los autobuses de forasteros en las rondas, que han fastidiado a los barceloneses su día de asueto.
2. Gente mayor. Sobre todo cincuentones y sesentones en franca decadencia vital era lo que se veía por encima de todo. Gentes de un discurso rancio y gastado.
3. ¿Estaban los “comunes”? Así lo anunciaron, no tanto por separatistas, sino por ir en contra de todo. Pero sinceramente no hemos podido distinguir nítidamente a ningún “indignado”. Quizás sí a algún cupero. Pero el perfil claramente mayoritario era el del liberal burgués post Convergencia. Movimiento en disolución que está tirando sus últimos cartuchos.

Tras la penosa concentración bajábamos por el Paralelo y nos hemos encontrado con una movilización de casi tanta gente, pero con otro perfil. Eran los Sijs de Barcelona. Gentes venidas de otro continente cantaban en una lengua incomprensible, desfilaban portando un ídolo, las mujeres por un lado –con el rostro cubierto- y los hombres por otro –con enormes turbantes-, y allí sí que había una mayoría de gente joven. Abrían la marcha unos hombres barbudos con espadas curvas y detrás de ellos unos jóvenes se ejercitaban en movimientos marciales. Ha habido un momento de tensión a su paso por una mezquita.

El nacionalismo propone una religión de sustitución en forma de adoración a una ideología. Sin embargo como toda ideología tiene fecha de caducidad.

La reflexión estaba servida. El nacionalismo propone una religión de sustitución en forma de adoración a una ideología. Sin embargo como toda ideología tiene fecha de caducidad. La religión con su apertura a lo trascendente es capaz de crear auténticos vínculos comunitarios. Renunciando los españoles a la religión de nuestros padres estamos condenando nuestra civilización y otros vendrán a ocupar ese espacio que late en lo más profundo del corazón humano.

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