Para toda una generación, las trasnochadas aventuras ochenteras de Chuck Norris son motivo de mofa y carne para memes de internet. Incluso en su día, lo exagerado de films como ‘Invasion USA’ hacía que nadie se tomara en serio su argumento. Pero en la Rumanía comunista, sus aventuras eran un símbolo de libertad.
Encontrar un film occidental tras el telón de acero era muy complicado. Y luego estaba el tema del idioma. Y aquí entra la figura de Irina, una mujer que durante esos años dobló ella sola más de 3.000 películas al rumano, que se distribuían de manera clandestina por todo el país.
Irina Margareta Nistor, es todo un símbolo para los cinéfilos rumanos. Al menos, los que tenían que vivir bajo la estricta dieta que les suministraba el Ministerio de Educación del país. La TV apenas emitía un par de horas diarias y la censura local impedía, directamente, que miles de films de todo el mundo llegaran a sus pantallas.
No hablamos precisamente del cine de los “grandes temas”. Las aventuras de Van Damme, Chuck Norris y otros héroes de la Cannon, así como las de Bruce Lee y el cine de kung fu, no eran del agrado de los responsables de las instituciones: violentas y de nulo valor educativo. Tampoco les gustaba las escenas con comilonas o la ostentación del capitalismo: una escena en un chalet con piscina podía convertir una cinta en ilegal rápidamente.
Pero todo lo prohibido atrae, y con la llegada del VHS, el tráfico ilegal de películas pronto se convertiría en un fenómeno imparable. Ver una cosa como ‘Masters del Universo’ para nosotros era una experiencia cotidiana y hasta decepcionante, pero para miles de rumanos se transformaba en un acto subversivo.
Una experiencia inevitablemente asociada a la voz de Irina, una joven traductora cuyo tono agudo se convertiría en la compañera de estos visionados, doblando a todo los personajes. Una costumbre que a nosotros, totalmente inmersos en la cultura del doblaje, se nos antoja como pobre y monótona, pero que ellos aceptan como la manera natural de disfrutar de estas películas.
Está claro que al distribuirlas ilegalmente nadie iba a contratar un estudio y un gran casting de voces. Así, durante 10 años, dobló hasta un total de 3.000 películas de manera clandestina, que se pasaban copiando cintas de vídeo entre los interesados. Maratonianas sesiones en las que podía grabar hasta 7 películas en un día.
Irina se sacaba así un sobresueldo, y además, tenía ocasión de ver esas películas prohibidas que enseñaban como se vivía en los EEUU. Quizá lo milagroso es que nadie le reconociera y le denunciara por las películas. Pero en el fondo es bien posible que… les diera lo mismo.
Eso sí: Zamfir, el pirata del VHS, tenía sus principios. Una regla muy sencilla: nada de porno. Por lo demás, todo valía: terror cutre, cine de ninjas, comedias con sal gruesa…. Con el tiempo, su figura y la de su dobladora llegó a fascinar a más de un fan. A Irina le ha llegado el reconocimiento algo tarde, pero desde hace años, es una celebridad que recoge homenajes en festivales de cine y se ha reciclado como una crítica de prestigio.
http://www.experiensense.com/contrabando-vhs/
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Que opina Marcela Topor de Puigdement?
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