«La Feria de Colau», por Carlos Herrera


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Creemos que hemos llegado al borde de todas las decadencias políticas y no nos damos cuenta de que siempre se puede dar un paso al frente, hacia cualquier abismo, hacia el empeoramiento inesperado. La siempre exquisita ciudad de Barcelona es un ejemplo de ello. No es el único, evidentemente, pero está muy acusado el sendero descendente hacia el declive más insospechado. Barcelona siempre parece hacerte el favor de legitimarte, bien seas visitante o nuevo poblador: la pátina de ciudad ‘diferente’, amiga de la modernidad, trazada por diseños que no están al alcance del resto de las urbes españolas -siempre tan pueblerinas-, tocada por el aire cool de la mejor Europa, tan young, tan chilly, tannippy, tan level-headed… A la Barcelona que bien conocemos quienes hemos morado en ella, le ha caído como un anillo al dedo su alcaldesa, una pobre ignorante sin oficio ni beneficio elegida por sus conciudadanos como un ejercicio más de ensimismamiento en la frivolidad de creerse la caricatura en la que se ha convertido. Ada Colau, una payasa callejera con ínfulas de justiciera finisecular, está quemando etapas a diario para acabar de hacer de Barcelona lo que tantos barceloneses marginales han soñado y tantos otros se merecen por haber abandonado la decente costumbre de pelear por la sensatez.

Presa de un terrible complejo políticamente correcto, Barcelona está viendo cómo una tipa extraída de lo peor de sus contradicciones como ciudad va, finalmente, a momificar la urbe. De momento va consiguiendo que determinados negocios que detesta caminen más cerca de la ruina que de la rentabilidad, que acaben cerrando los hoteles, que los okupas campen a sus anchas, que los vendedores ilegales se sientan con más derechos que El Corte Inglés, que los católicos salgan a la calle sinceramente ofendidos y que todo resentimiento sea poco menos que un pasaporte para ejercer la política, grande o pequeña. Colau es de ese género cretino que considera que su gran trabajo estriba en convertir su ciudad en un perfecto ejemplo de la antipatía. No se entiende de otra manera que hace un par de semanas, con motivo de la Feria de Enseñanza, se dirigiera de forma desabrida e improcedente a dos militares que pretendían saludarla. Es ya sabido -este tipo de heroicidades estúpidas acaban siendo muy difundidas- que la muchacha les dijo a los militares que si por ella fuera no estarían allí, ya que aquello era un salón para enseñar y no un lugar para las armas. Los militares recogieron velas y se volvieron a su estand, mientras que la tipa en cuestión siguió su recorrido peronista por la sala.

El Ejército estaba en esa feria, como es sabido, a consecuencia de las muchas oportunidades que ofrece a jóvenes de ambos sexos en forma de cursos y puestos de trabajo. La alcaldesa, que es una indocumentada feroz y una sectaria cercana a la náusea, prefiere ignorar lo que los ejércitos españoles ofrecen a la juventud, en forma de puestos de trabajo, sueldos y formación. Para eso, de hecho, estaban allí. Al hacerlo y al evidenciarlo con cámaras delante, la sujeta consiguió precisamente que se produjese el efecto contrario: auténtico zafarrancho, cercano al colapso. Los jóvenes barceloneses acudieron en aluvión a comprobar qué era aquello que tanto detestaba su alcaldesa y que podía ofrecerle algún tipo de salida a su situación incierta.

Muchos de los que allí acudieron hoy estarán sopesando seriamente la posibilidad de alistarse en una de las instituciones más prestigiosas del Estado, donde trabajarán duro, ganarán un sueldo digno, aprenderán valores civiles y militares nada despreciables y manejarán los rudimentos de alguna profesión que en el futuro les podrá significar una salida. De no ser por la estúpida intervención de su alcaldesa, muchos de ellos no se hubieran percatado de la existencia de ese estand. Con lo que hay que considerar que, en ocasiones, una necia con altavoz puede ser socialmente muy rentable. En dicho evento, es evidente que los militares pusieron la educación y la alcaldesa puso la feria. Y así le va a cada uno.

Carlos Herrera



Categorías:POLÍTICA

3 respuestas

  1. Respuesta al articulo “ la feria de Colau “
    Vetgonzantes palabras para un ¡¡¡¡¡¡¡¡ PERSONAJILLO !!!!!! MAL LLAMADO PERIODISTA, ¡¡¡¡¡¡ Pena de profesión manchada por hombres como el, dedicados solo al sensacionalismo, en este caso machista, zafio, lleno de insultos, a falta de argumentos razonados y con mínimo nivel de profundidad en los temas que toca; no aporta nada su artículo en el que no se contrastan opiniones sino que se limita a descalificar e insultar a una persona ( creo que echando más veneno por ser mujer y haber salido de luchas populares ) con frases aisladas , las cuales tenían un recorrido mayor del que usted apunta, ( hablo en lo referente a los militares en la feria de la Enseñanza ) pero usted no esta por conocer con mayor profundidad la opinión del otro, le va mejor la grosería y el insulto ante las políticas que no comparte, desprecia a los callejeros que como yo estamos encantados que nuestra alcaldesa piense un poco más en ese populacho, al que usted desprecia, trabajando con grandes dificultades para sacar acuerdos que hagan más habitable la nuestra vida para los que vivimos en Barcelona y la queremos y respetamos ¡¡¡¡¡¡ seguramente con otra mirada muy diferente a la suya ¡!!!! Pero igual de respetable.
    Mucha de esta gente callejera a la que desprecia, estamos hartos de articulistas basura que no enseñan una crítica constructiva sino que se dedican a ganar dinero descalificando e intentando degradar ……. a personas que opinan diferente a usted peto usted solo se descalifica y se retrata en esos artículos, esos si , igual que “ EL INSIGNE FELIX DE AZUA “ ES POSIBLE QUE LE RESEVEN UN PUESTO EN LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA.

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    • Podemita soboba: A la Colau la ha descrito tal cual es. Una ignorante teleguiada por su marido para hacer que nos traguemos el plan Kalergi y el marxismo cultural. Que se meta ambos por donde le quepan…

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  2. Colau deteriora el nombre de la Barcelona en la que yo nací y de la que estaba orgulloso. Hay que sacarla de donde está en las próximas elecciones asegurándose de que sólo cobre el paro. Nada más hay que ver su currículum para comprobar su decepcionante nivel para estar al frente de una ciudad tan importante como Barcelona.

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