Una bandera roja cubría la placa conmemorativa colocada en los muros de la Parroquia de Sant Medir

(Adpatación de un artículo de GerminansGerminabit)

El pasado 20 de noviembre se cumplieron 50 años de la fundación del sindicato «comunista» Comisiones Obreras en la Parroquia de Sant Medir, en la Bordeta (Barcelona). Allí se hizo la primera Asamblea del sindicato en la que participaron 300 personas, dos de ellas, estaban presentes en el acto que se realizó ante la fachada del templo, en el que también participaron el alcalde de Barcelona Xavier Trías, el secretario general de Comisiones Obreras de Cataluña, Joan Carles Gallego y diversos dirigentes de Iniciativa per Catalunya (los neo-comunistas) como su máximo dirigente Joan Herrera, o Ricard Gomá.

La representación eclesiástica estaba formada entre otros por el párroco actual Mn. Enric Subirà o el que fuera vicario de la parroquia en el año 1964 Mn. Josep Bigordá. El párroco de entonces Mn. Josep Maria Vidal Aunós ya ha fallecido, pero aún en su vejez realizó una acción similar permitiendo que en la Basílica de Santa María del Pino, de la que era párroco, se encerraran un buen grupo de inmigrantes sin papeles reclamando sus supuestos derechos.

Viendo como tenemos la Iglesia en Cataluña, uno se pregunta como estaríamos en estos momentos si todos los esfuerzos que se han hecho en favor de determinadas reivindicaciones políticas y nacionalistas se hubieran invertido en la Evangelización y en la formación de nuevas generaciones de de católicos.

Porque además aquellos a los que pretendidamente se está ayudando no son precisamente agradecidos. Los comunistas que ahora se llaman eco-socialistas, no son demasiado amigos de la Iglesia y aunque ya no se dedican a quemar templos o matar sacerdotes, les encantaría eliminar cualquier signo religioso de la sociedad. Del nacionalismo podríamos decir otro tanto, son muy amigos mientras la Iglesia baile a su ritmo, pero si algún día osara desmarcarse o simplemente mostrar neutralidad, caería sobre la Iglesia toda la caballería. Aún recuerdo ver al conseller Felip Puig en la televisión antes del Referéndum sobre el Estatuto de Cataluña y ante la realidad de que algunos grupos católicos, como el de su ex-compañero Josep Miró i Ardèvol hicieron campaña por el NO, el Sr. Puig dijo con una cara de pocos amigos: «Esos son unos carcas y unos retrógrados»

Otro momento del acto en el que puede verse a Mn. Josep Bigordá (con bastón)

Algo parecido le pasó al antes citado Mn. Vidal Aunós, cuando abrió las puertas de la basílica del Pino para acoger inmigrantes ilegales, la mayoría musulmanes. Pues aunque en el templo habían lavabos, los inmigrantes que no tenían ningún respeto hacia un templo cristiano, prefirieron hacer sus necesidades en los rincones de la nave de la Iglesia, dejando una olor nauseabunda y una tarea de desinfección impresionante.

Pienso por ejemplo en la ciudad de Mataró en la que el clero se dedicó a formar a los cuadros dirigentes de la mayoría de partidos de izquierdas, gracias a aquellos sacerdotes progresistas, los partidos locales tienen  militantes bien formados, pero mientras tanto las iglesias de Mataró están vacías, sobre todo de las edades de aquellos militantes izquierdistas. Y al final algunos de aquellos sacerdotes que los formaron, como Josep Lligades acabaron secularizándose y casándose, como ahora sucede con Quim Cervera, otro que también militó en el comunismo y formó a muchos jóvenes y no tan jóvenes en esas doctrinas.

Es muy bonito ponerse medallas y salir por los medios de comunicación como el cura enrollado y abierto a todos, pero también habría que examinar a estos sacerdotes de otras cosas que en teoría tienen que ser más importantes para ellos y por las que se suponen que siguieron la llamada vocacional. Los resultados de una cosa y de la otra son más que evidentes.

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