Carta abierta al obispo de Sant Feliu de Llobregat


Vilafranca1

Recogida en Germninns Germinabit y publicada en El 3 de vuit.

3devuit

 

Apreciado señor obispo Agustí Cortés:

Doy a esta carta el carácter de «abierta» porque trata de una cuestión que no le afecta únicamente a usted sino, de un modo u otro, a todos los vecinos de Vilafranca.

La última semana del mes de agosto, pocos días antes de la Fiesta Mayor, un grupo de personas vinculadas a movimientos independentistas llevarán a cabo la habitual «izada de esteladas» en la basílica de Santa María.

Me permitirá que explique brevemente las características del acto. Entrada la noche se presentará ante la portada principal de la basílica un séquito de diablos con antorchas. Después bajo el redoble ensordecedor de los tambores, unos escaladores treparan con la ayuda de unas cuerdas hasta las torres de la iglesia, prenderán fuego en su interior hasta producir una gran humareda y profanarán el templo colgando una bandera estelada de cada torre, de donde no las retirarán hasta unos cuantos días después de terminadas las fiestas. Todo ello quizás no con la complicidad pero sí, evidentemente, con la connivencia del obispado, ya que los hechos hace más de una década que se repiten año tras año y en todo este tiempo no ha trascendido que se haya presentado ninguna denuncia ante el juzgado o la policía, ni que algún representante del obispado o de la parroquia haya mostrado públicamente su disconformidad.

He definido los hechos como «asalto» y «profanación» y lo he hecho bien consciente de lo que significan estas palabras. Por lo que respecta al asalto, encontrará usted fácilmente en internet las imágenes de los escaladores subiendo por la fachada, haciendo fuego en las torras y desplegando en ellas las banderas. Y cuanto a «profanar», definido por el diccionario como «no tratar con la debida reverencia las cosas sagradas, violar su santidad», me parece que es un verbo del todo adecuado a las actividades descritas.

No puedo entender cómo se han permitido estos actos a lo largo de tantos años. Ya sé que no es fácil oponerse a un grupo de ciudadanos numeroso, con mucho peso en la parroquia y que cuenta con el apoyo de las instituciones públicas. No, no es fácil, pero tampoco lo es en Sant Feliu de Llobregat y el año 2011 tuvo usted el coraje de ordenar que se retirara del campanario de la catedral la senyera que habían colgado los nacionalistas y, además, ha mantenido usted la orden hasta ahora. No entiendo por qué razón retira usted las banderas en Sant Feliu y las tolera en Vilafranca.

A las puertas de una campaña electoral que dividirá a la ciudadanía catalana como no se veía desde los tiempos de la República, la única bandera que debería airear la Iglesia es, más que nunca, la de la caridad fraterna. Si se permite que las esteladas se desplieguen en Santa María o, al menos, no queda constancia pública de su desacuerdo, será lícito entender que usted avala que los independentistas hagan de la basílica su casa y no la casa de todos. Consentir las esteladas o cualquier otra bandera en las iglesias, señor obispo, es mucho peor que tomar partido por una opción política: es hacer añicos el mensaje de fraternidad del Sermón de la Montaña.

*César Martín, firma este escrito publicado en el «3 de vuit»



Categorías:POLÍTICA

1 respuesta

  1. Esas imposiciones me recuerdan la de los nazis en los países ocupados por ellos. La Bandera es distinta, pero el gesto es el mismo: IMPOSICIÓN. ¿Nadie es capaz de pararla antes de que llegue a lo que llegaron?

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