«La casta autonómica»: entrevista a Gabriel Cruz y Sandra Mir.


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Los días de vino y rosas en los que durante algunos años estuvo instalada España han dejado paso a tiempos de tijera y recortes. Y es precisamente ahora, cuando cuesta encontrar espacio en el cinturón para hacer un agujero que lo pueda apretar un poco más, cuando uno se acuerda de los despilfarros y excesos cometidos por nuestros políticos. En este contexto, los periodistas de investigación Sandra Mir y Gabriel Cruz, a través de historias personales y con una gran dosis de ironía, se dan un paseo por ‘La casta autonómica’ (La esfera de los libros), esa maraña administrativa en la que se ha convertido un país que gasta 22.000 millones de euros al año sólo en organizaciones provinciales, sin contar sueldos, dietas, extras o jubilaciones de quiénes las ocupan.

‘La casta autonómica’ es un recorrido surrealista a través de la administración autonómica y local. Una radiografía rigurosa del país, que, aunque en ocasiones le hará sonreír, le dejará un poso de indignación y amargura, al comprobar con asombro que casos como los que se cuentan en el libro sucedan realmente en España.

Leyes que chocan entre sí, recursos duplicados, diferentes derechos según en la Comunidad Autónoma en la que se haya nacido y situaciones absurdas de una piel de toro con más de 8.000 ayuntamientos, un auténtico disparate teniendo en cuenta que en Gran Bretaña se apañan con poco más de 300 entes locales para 60 millones de habitantes. Como ejemplos de esta delirante España de los chiringuitos locales, ambulancias que no se mueven más allá de sus fronteras regionales, tarjetas sanitarias que sólo están permitidas en un territorio, más de cien subprogramas educativos diferentes o bomberos que no pueden apagar el fuego en otra región.

 

-. ¿Cómo surgió la idea de escribir ‘La casta autonómica’?

-. Por el simple hecho de observar la realidad que nos rodea. Un ciudadano nos contó que estando en Guadalajara, a 60 kilómetros de Madrid, la ambulancia no le trasladaba a la capital, pero sí que podía hacerlo, por ejemplo, a Albacete, que está a 300 kilómetros. Otra persona nos contó que a su hijo, que tiene una enfermedad crónica, no le atendían en la costa cuando estaban de vacaciones porque no tenía la tarjeta sanitaria de esa comunidad, etc. Leemos constantemente noticias sobre la incongruencia de nuestro sistema autonómico, datos como el despilfarro de 22.000 millones de euros sólo en organización provincial, alcaldes que cobran más que el presidente del gobierno, políticos con medio centenar de asesores… En definitiva, ¿cómo no ponerse a investigar y escribir sobre el sinsentido de nuestros organismos políticos? Es algo que se sabe pero que no se denuncia lo suficiente.

-. ¿Cómo han conocido la multitud de casos que cuentan en el libro?

-. Los dos somos reporteros desde hace muchos años. En tu trabajo diario te cruzas con muchas historias, con personas que te cuentan sus problemas más allá de la entrevista que has ido a realizar. Viajamos constantemente por España y vas recabando. No sólo las historias, en el libro hay un capítulo que se llama ‘Y esto… ¿para qué sirve?’, que es un compendio de organismos quintuplicados y de la maraña organizativa. Es muy divertido, pero saca de quicio a cualquiera que lo lea. Los casos que se cuentan en ese apartado son situaciones que suceden a diario cuando tienes que gestionar cualquier asunto en nuestro sistema: ¿Una reclamación a un organismo de consumo? ¿Dónde elevo la queja si hay más de seis lugares que sirven para lo mismo? ¿Política exterior catalana? Existen 27 instituciones que se dedican a ese menester; ¿Quiero grabar para mi reportaje imágenes de un río? Habla con los 4 organismos que gestionan ese territorio… Te ríes, pero es para llorar cuando sabes lo que nos cuesta de nuestro bolsillo.

-. De la cantidad de ejemplos de despilfarros autonómicos de los que dan cuenta, ¿cuál le parece el más surrealista?

-. ¿Surrealista? Ya lo dice la contraportada del libro: «este es el paseo más surrealista…» Todo lo es, aunque edificar un ayuntamiento por valor de 23 millones de euros en plena crisis, supuestamente para ahorrarse el millón de alquiler que les costaba al año, o una consejería de agricultura que tiene más funcionarios que agricultores tiene la región son unas buenas perlitas.

-. En vista de lo que ha ocurrido estos últimos años, ¿puede considerarse un fracaso el modelo autonómico español?

-. Todo es un disparate, no se entiende cómo podemos seguir así. Es como esas familias que se han quedado sin nada, pero la mujer sigue saliendo a la calle con su abrigo de visón, los niños siguen yendo a multitud de actividades extraescolares o el marido aparca el deportivo en la puerta para que lo vea el vecindario, pese a que casi no lo mueve porque no tiene ni para gasolina. Este país es como el club de moteros al que pertenece un amigo: son ocho miembros y, de ellos, cinco son mandos. Si en Inglaterra, con unas 300 instituciones, se apañan para 60 millones de habitantes, ¿por qué aquí tenemos más de 8.000, sólo en ayuntamientos?

los autores del libro, los periodistas Gabriel Cruz y Sandra Mir.

 

-. Una de las conclusiones que se extraen del libro es que en España se tienen más o menos derechos dependiendo de donde se haya nacido. ¿Qué quiere decir esto exactamente esto?

-. En nuestro país se explotan las diferencias autonómicas hasta límites insospechados. Las autonomías juegan a diferenciarse para conseguir más en el reparto de presupuestos. Un catalán, un vasco, un madrileño o un soriano lo son simplemente porque han nacido donde han nacido, nadie lo ha elegido ni supone una ventaja sobre los demás. Ser catalán o extremeño no es tan diferente a ser rubio o ser moreno, a ser hombre o ser mujer… Luchamos contra las desigualdades de género, luchemos contras las desigualdades autonómicas. Y es que en algunas comunidades no tienen acceso a determinados tratamientos para una enfermedad y en otras sí o los alumnos de un determinado programa educativo tienen menos posibilidades de fracaso escolar que los de otro. Y eso por no hablar de las diferencias idiomáticas, un tema que da para un libro completo.

-. Con este sistema, ¿podríamos decir que tiene mucha más influencia en nuestra vida diaria las decisiones de nuestro gobierno autonómico o incluso municipal que del gobierno de España?

-. Desde luego. En sanidad y educación es así. El gobierno central no pinta nada, es como un padre que da dinero a sus hijos pero que no les puede imponer ni la hora a la que deben volver a casa. Gestionan sus impuestos, hacen sus propias políticas, sus recortes…Fíjate en lo de Cataluña: Artur Mas mete la tijera en ambulatorios, urgencias, médicos, etc. y se le ocurre dar un millón y medio de euros para doblar películas al catalán. ¿No hay nadie que le pueda decir: «Oiga señor Mas, le parece normal este gasto ahora que no tenemos ni para bisturís?».

-. ¿Qué Comunidades Autónomas han estado a la cabeza del despilfarro durante estos últimos años?

-. Por orden, la Comunidad Valenciana, Cataluña, Castilla-La Mancha y Baleares. Son las que tienen la deuda más elevada en 2011, es decir la gestión ha dejado mucho que desear.

-. ¿Y al revés? ¿Qué Comunidades Autónomas han sido un ejemplo en la gestión de los recursos públicos?

-. Las que menos deuda tienen son Canarias, País Vasco y Comunidad de Madrid. Es llamativo que esta última esté posicionada entre las menos deudoras, si tenemos en cuenta que es uniprovincial y que el ayuntamiento de Madrid es de los más endeudados. Parece un trabalenguas, pero no lo es. Es así de loco nuestro sistema.

-. ¿Cómo describiría a los políticos españoles?

-. Explotan sus diferencias para comer más pastel, pero, en general, lo que más les importa es crear cargos, tener buenos sueldos, sus extras, coches molones y sobre todo cubrirse las espaldas ante su jubilación. Además de esto parece que ahora también les importa mucho tener sus propios aeropuertos, aunque no haya aviones, o lo que sea con tal de ser más que el vecino.

‘LA CRISIS HA SERVIDO PARA PASAR LA ITV A NUESTRO SISTEMA POLÍTICO’

-. ¿Por qué cree que en España hemos vivido durante tantos años tan por encima de nuestras posibilidades?

-. Porque estábamos en época de bonanza. Un estado es como la economía familiar, si hay vacas gordas nos vamos de vacaciones, compramos un coche o comemos todos los días fuera. Si hay vacas flacas, pues nos apretamos el cinturón. En España se ha tirado mucho de la tarjetita de crédito, del ya pagaremos el mes que viene… En ‘La casta autonómica’ lo decimos en su primer capítulo: menos mal que ha venido la crisis y hemos tenido que pasar la ITV de nuestro sistema político porque si no, no podríamos luchar contra esos gestores que se creen que todo el monte es orégano, eso si, con nuestro dinero.

-. Echando un vistazo a la Unión Europea, los países que más han acusado la crisis han sido Grecia, Portugal, Italia y España. ¿Está relacionado de alguna manera el carácter latino al despilfarro?

-. No sabemos si es por ser latinos o que nos viene de los fenicios, pero aquí pocos se salvan de manipular, de gastar y de gobernar sin sentido común. Lo que está claro es que está en manos de los ciudadanos cambiar esta dinámica. ¡Que ya está bien!

-. La cantidad de casos de corrupción que hemos conocido en los últimos meses darían para hacer varias entregas de un programa que, como esos de viajes, podría llamarse ‘Corruptos por España’. ¿Ha habido que esperar a la crisis para conocer todos estos casos?

-. El problema en España es que las penas para casos de corrupción no son lo suficientemente duras para poder erradicarla. Si hiciéramos ese programa no daríamos a basto, pero te aseguro que pocos permisos para grabar entrevistas en las cárceles tendríamos que pedir. La crisis ayuda, porque sensibiliza, parece que duele más que te quiten lo poco que hay que cuando hay mucho. Aún así, la corrupción es una cuestión que está al margen de lo que se posea, es indignante y vomitivo que un político se apodere así del dinero de todos.

-. ¿Observan diferencias entre los distintos partidos a la hora de gestionar sus recursos o se podría decir que el despilfarro no entiende de color político?

-. Ni de color, ni de edades, ni de hombres, ni de mujeres. Es, como en la serie de televisión: el presidente de la comunidad de vecinos que se vuelve loco porque tiene poder sobre 14 ó 15 personas. «Soy el presidente del portal B», dice sacando pecho y gestionando las cuotas. Pues eso a gran escala son nuestros políticos. Dale dinero y un área para organizar a una persona que no ha trabajado en su vida en el sector privado y que el único mérito que ha tenido es apuntarse a un partido político cuando tenía 16 años. Y es que, el 70 por ciento de nuestros dirigentes nunca ha trabajado fuera de la política.

 



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