La segunda mitad del siglo XIX vio la aparicion de numerosas obras dedicadas a corregir el castellano hablado en Cataluña. Una de las más famosas fue la de Joaquín Casanovas y Ferrán: Colección de vocablos y modismos incorrectos y viciosos usados por los catalanes cuando hablan el castellano, de 1884. En la estela de estos trabajos está el de Miguel Marcet Carbonell, aparecido al año siguiente titulada: Vocabulario de catalanismos, ó sea de numerosos errores en que suelen incurrir los catalanes por traducir al pie de la letra ciertas voces, locuciones y frases del lenguaje catalán, que no tienen exacta correspondencia en la lengua castellana. Van intercalados algunos interesantes artículos sobre las principales cuestiones gramaticales que en la actualidad se agitan; á más, un conciso y claro artículo respecto al uso del acento ortográfico en catalán y castellano; y por remate, una completa lista alfabética de los artículos contenidos en la obra.
La proximidad lingüística entre el catalán y el castellano y el frecuente contacto entre sus hablantes hace que existan numerosas contaminaciones mutuas. El castellano experimenta la atracción de muchas formas catalanas, cuya traducción literal o adaptación es objeto de las iras de nuestro autor: «Los catalanes, por lo general, al hablar y escribir la hermosa lengua castellana, incurren con frecuencia en crasísimos errores». En el prólogo se escribe: «Confiamos en que [esta obra], a lo menos, será una piedra más en el dique que tiempo ha viene oponiéndose al impetuoso torrente de CATALANISMOS que desgraciadamente está desbordándose en nuestra Cataluña».
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