Así reflexionaba el filósofo catalán sobre la Guerra de la independencia:
“Las grandes naciones de Europa, esas naciones tan brillantes y poderosas, habían doblado humildemente su cerviz (…) y los bisoños soldados españoles peleaban impertérritos con los veteranos imperiales que venían orlados con los trofeos de la Europa vencida; y cuando las grandes capitales de Europa y sus más inexpugnables fortalezas se habían humillado ante los ejércitos franceses, Zaragoza, Tarragona y Gerona burlaban con su constancia y denuedo todos los esfuerzos del valor, de la experiencia y del arte. Nadie ignora cuáles eran las grandes ideas que pusieron a la sazón en movimiento al pueblo español: Religión, Patria y Rey”.
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