Cervantes, ese icono LGBTIQ + ADSL2HTTPSC++


Axel Seib

Tuve la mala idea de ir al cine hace una semana. Quería ver una comedia para pasar el rato y evadirme. Pero el sector audiovisual no está para eso. Tuve que ver un «precioso» tráiler de una película de Alejandro Amenábar sobre Cervantes.

Algunos esperarían algo como «Shakespeare in love», pero no. A Amenábar le ha entrado el gusanillo de malmeter contra símbolos patrios y convertirlos en una licencia histórica. Por no llamarlo patraña progre.

Imagino que el director, en plena caída a heredero de Almodóvar, se levantó una mañana y se dijo:

  • Lo de «el manco de Lepanto» no me gusta, mejor lo paso a «el palomo cojo de Argel», que es más inclusive.

Y así ha llegado a los cines una obra completamente prescindible y pretenciosa que, el mismo director trata de forma de saber el nivel de homofobia de la sociedad española. Acabáramos. Convertimos el cautiverio de cristianos a manos de musulmanes en una especie de «las mil y una noches», al genio español que da nombre a nuestra literatura lo ponemos a ser una Sherezade con barba y afinidad por los miembros más que por las «miembras» y, de paso, le damos a la esclavitud y guerra contra nuestra gente un aire de resort multicultural y gay-friendly. Estoy seguro que hay escenas en hammams o baños turcos. Se ve el fetichismo de alguien desde lejos. Aunque siendo director de cine, en lugar de dedicarse a tan baja tarea de deformar a personajes históricos para enajenar su imagen de símbolos nacionales y esconderse tras pretextos peregrinos de saber «el grado de homofobia», ahorraría tiempo paseando con una bandera del arcoiris por Madrid y, luego, por Argel. Más rápido, más barato y menos doloroso para el sufrido español que tiene que ver cómo sus propios directores de cine se dedican a destruir nuestra historia y cultura por fetichismo ideológico.

Me gustaría, aunque sea a toro pasado, ofrecerle una recomendación al responsable de esa basura. En lugar de deformar la historia para encajarla en un lamentable relato ideológico, podría haber hecho uso de personajes históricos que podrían encajar más con su monomanía y sin mentir.

Pienso en el caso de Catalina de Erauso, que sería un gran personaje para esa pretensión absurda de «conocer el grado de homofobia en España». Dudo que la Monja Alférez despertase esa supuesta homofobia de la que habla Amenábar. Porque la gente no tiene odio a ningún personaje homosexual. Lo que tiene es aversión a la mentira y a la manipulación de aquello que nos es propio en beneficio de oscuros intereses ideológicos. Pero volvamos a Catalina. Hablamos de un mujer vestida de hombre, uno de esos casos de tratarían de «transgénero» o «no-binario». Además, fugada de un convento, de carácter pendenciero y bravo. Y podrían tratar de su posible lesbianismo sin tanta licencia histórica como en la patraña sobre Cervantes.

Aunque entiendo por qué no le habría gustado tal idea. Catalina de Erauso tenía un marcado carácter patriótico y militar del que no se puede deshacer sin anular toda su historia. Tendría que ocultar los episodios de su crueldad contra los mapuches, su deseo de servir únicamente a España y entre españoles. Demasiado trabajo para ocultar su historia, imagino. Y, además, la cuestión nunca fue tratar de nuestra historia ni de medir homofobia alguna. La cosa es manipular nuestra historia y cultura para encajarla en un relato con fecha de caducidad. Y como se acerca mucho esa fecha, hay que darse aún más prisa en embarrarlo todo.

Y lo reconozco, no he visto tal abominación en cines. Demasiado tráiler y análisis de trama he leído de progres profesionales. No soy tan masoquista ni aficionado a contribuir a la destrucción de mi cultura. Y dudo que me arrepienta de éstas líneas.

Pero si que me despido repitiendo una idea para ese Amenábar tomado por el espíritu de Almodóvar. Haz una película de Catalina de Erauso, por favor, y que la protagonice Rossy de Palma. Con monjas con bigote y en plan musical. Es difícil caer más bajo, pero se puede hacer con más gracia. Hazme ese favor, esa la voy a ver seguro.



Categorías:BREVIARIO, CULTURA, HISTORIA, TRIBUNA

1 respuesta

  1. Desde luego por mi parte, por si acaso, mejor no verla, casi casi cambiarse de acera al pasar por delante del cine.

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