«Cacería», ¿el bulo totémico para incidentes «racistas»?


Somatemps

¿Se han fijado en que el complejo político mediático oficial nos está bombardeando en estos días con la palabra «cacería», respecto a los sucesos de Torre Pacheco?

Dicen que hay palabras que crean su propia realidad si son repetidas constantemente. Eso los «creadores de opinión» lo saben muy bien. Hace unos años la palabra «paz» llegó a ser sinónimo de rendición ante los terroristas de ETA. Hoy en día lo intentan también con el término » odio», que sólo es válido supuestamente si viene de la «extrema derecha «, cuando no, (o sea casi siempre) es » lenguaje intenso», que diría Quim Torra, el de las «bestias con forma humana». Y otras muchas palabras están en la misma situación. Pendientes de una reinterpretación interesada.

Nos han querido convencer por tierra, mar y aire, de que el único problema en Torre Pacheco (como en media España, ya) es la amenaza de temibles grupos «xenófobos» que quieren ir de «cacería» contra los pacíficos marroquíes de segunda generación.

Dios nos libre de desear ningún tipo de violencia pero parece evidente que la única «cacería» de estos días en Torre Pacheco, es la desatada por magrebíes contra los señores mayores españoles, que se saldó con un abuelo español apalizado brutalmente y que ha sobrevivido, sólo porque Dios ha querido.

Y sin embargo el Poder sigue hablando de las temibles «cacerías» «xenófobas» y «extremistas» (por lo visto Bildu o Podemos son «moderados») contra los pacíficos jóvenes de origen marroquí.

Nadie ha sido capaz de mostrar una captura de pantalla en redes sociales donde se hable de «cacería» contra los magrebíes en Torre Pacheco, ni declaraciones en tal sentido de nadie. Tenemos que fiarnos de la palabra del ministro Marlasca (perdón Marlaska).

No ha faltado nada en estos días dentro del repertorio habitual del globalismo: palabras o bulos totémicos, declaraciones lacrimosas de madres marroquíes sobre hijos «normales», «pacíficos’ y «apaleados» (luego cuando lees la noticia ves que ese hijo tan pacífico, en realidad formaba parte de grupos de marroquíes con bates por las calles y la supuesta «paliza» era en realidad apenas unos insultos). Más o menos la coreografía que ya se vio en Ripoll tras los atentados de las Ramblas, con las familias de los terroristas como estrellas llorando y que luego según los mismos Mossos de Esquadra, se reían en privado de lo ocurrido. Sólo ha faltado en Torre Pacheco un recital de cantautores «antifascistas» (eso es más difícil pues saben que la España profunda no es terreno abonado para esas cosas y cada vez menos).

Los pocos miembros de las FSE que se han atrevido a decir que 9 de cada 10 delitos en Torre Pacheco los cometen marroquíes de segunda generación y MENAS han sido rápidamente acallados y como siempre en estos casos estamos a cinco minutos de que el abuelo salvajemente agredido, tenido ya por sospechoso de fascismo y racismo, tenga que salir a pedir perdón por haber denunciado lo que le ha ocurrido. Casi nadie ha hablado en medios de los grupos de magrebíes que se han enfrentado con las FSE estos días y que de hecho son los que aterrorizan de verdad a los vecinos. Incluso se ha querido colar en imágenes editadas en las televisiones esos mismos incidentes como si fueran enfrentamientos entre FSE y «xenófobos».

En fin, nada que se aparte del manido paradigma establecido oficialmente para estos casos desde los ya lejanos enfrentamientos en EL Ejido, a principios de este siglo, ¿se acuerdan? Cuando una joven española fue violada y asesinada por un magrebí y luego se criminalizó a todo el pueblo como «racista» por protestar contra ello.

Y sin embargo, ahora ya no es lo mismo. A pesar de la difícil situación en la que estamos, hay motivos para la esperanza, que no existían hace 20 años. Se empiezan a extinguir las generaciones que vivieron habiendo interiorizado los mitos sobre nuestra «democracia» y los jóvenes de nuestro país muestran en nuestra época muchos menos complejos o miedos. Y no temen mostrar su amor a España. No es extraño que los poderosos estén preocupados pues ven que sus absurdas ideas enemigas del sentido común, convencen cada vez a menos gente. Y menos que nadie a los jóvenes.



Categorías:BREVIARIO, CULTURA, DECADENCIA OCCIDENTAL, TRIBUNA

1 respuesta

  1. Que Marlasca haya puesto la k en su apellido es una muestra de rendición, cobardía y asimilación al mundo nazionalista basko ese sí con z, b, k, ese que inventa, idiomas, topónimos y nombres irreales falseando la verdadera identidad vasca.

    En cuanto a las «cacerías» no hemos visto a las decenas de moros apaleados por los «ultras» ni siquiera uno solo, señal de que no se han producido. Si solo hubiera un moro descalabrado coparía los noticiarios de las TV manipuladas.

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