Axel Seib

Hoy querría hacer unos pequeños apuntes sobre diferentes personajes y hechos que ilustran, creo, la situación de España del modo más revelador. Básicamente, como lo que es la política española. Un circo sin gracia.

Empiezo comentado la presencia del hermano de Koldo en el Senado. Y no para comentar el contenido. Porque tampoco hay mucho que decir. Fue una representación perfecta de lo de «le queda como a un Cristo dos pistolas» o «rústicos de Dinerolandia». Ese señor no estaba desubicado en el Senado. Es que fue como si un cascote se hubiera caído del techo y se hubiera puesto a comparecer ante los senadores. Claro, groseramente y lo más tosco posible. El cascote estaba mareado y de mal humor.

Lo del piso de Ábalos con la señorita/limpiadora/paseadora de perros, prefiero ni comentarlo. Aunque con lo absurda y grotesca que es la situación, lo que menos me extraña es la aparición de la «pornochacha». Lo raro es que en el piso no hubiera un enano.

Luego tenemos a Irene Montero. Mi favorita. Que ante cada achaque de cualquiera, se encumbra como la única líder posible. Ya se hizo tratar como la única líder contra Trump. Ahora contra la corrupción. También se debe considerar la única posible líder de izquierdas. Ante cada oportunidad, lanza su ego a los cuatro vientos para no quedar en la irrelevancia de la que jamás debió salir. Es una especie de voz agorera y oportunista que siempre está detrás de la puerta a la espera que alguien fine para quitarle la cama. La imagen puede ser fea, lo sé. Pero únicamente aparece para aprovechar la debilidad de los demás mientras hace auténticos ejercicios de contorsionista para besarse sus propias posaderas.

En esas aparece Rufián como si hubieran abierto la barra libre. Y así lo cree, porque a perro flaco todo son pulgas. Y a ese perro van directos a chuparle toda la sangre porque «o corrupción o extrema derecha». Vaya, muerte o falacia. Y mucha gente quiere muerte. La misma gente que entre una teocracia islámica o un gobierno patriota, elige la teocracia islámica por ser menos opresiva. Yo hace tiempo que sostengo que antes de votar nos tendrían que hacer un test de drogas y de alcoholemia.

La aparición espectacular de Otegi para dárselas de partido sin corrupción, es de otra liga. A ver, es cierto que el asesinato y el terrorismo no son lo mismo que colocar a señoritas en una empresa pública. Aunque no me parece que sea algo de lo que darse el pisto. Porque, además, el «impuesto revolucionario», aunque no fue jamás un impuesto ni una mordida, era claramente extorsión. Y si, no era corrupción política. Era mera corrupción moral y basura humana. Aunque en la pirámide de delitos de la gente con merma, la pornochacha gana al asesinato. El terrorismo, para Otegi, está a un nivel de entre pasarse dos minutos de la zona azul y no declarar a Hacienda la venta de un tanga de segunda mano.

Por otro lado tenemos a Yolanda Díaz. La señora que ante la corrupción de exmiembros de su gobierno sale a lanzar balones fuera. Pero balones con perspectiva de género. Para ella la corrupción es cosa de «señores». Le faltó decir «de señores con puro y copita de Soberano». Cada loco con su tema. Lo mismo la señora Chivite en Navarra no termina de estar cómoda y muchos enchufes eran a favor de señoritas, pero de eso no nos acordamos. Pero no interesa.

Pero no olvidemos al epicentro de la cuestión. Al famélico Pedro Sánchez, que ante la corrupción de la que no sabía nada aunque eran íntimos, se marca performances con maquillaje de tanatopractor en prácticas para no decir nada. No sé para qué hacer comparecencias si no sabe nada ni aporta nada. Y por mucha quijada que se quiera marcar con maquillaje y comentarios sobre que no había comido, no genera lástima. Lástima me produce por  todos aquellos que tenemos que soportar tan lamentable espectáculo que no queríamos pero que nos vemos obligados a ver y, peor, a pagar. Y no veo a un león cerca para que se los coma a todos.

Aunque hay que decir que últimamente comparece mucho. La comparecencia improvisada para dárselas de vencedor ante la OTAN fue la guinda. Comparecencia de vencedor cuando va a tragar una subida del gasto en Defensa y, probablemente, le va a colgar el muerto al siguiente gobierno. Aunque es algo muy socialista. Firman compromisos y se las dan de vencedores y la cicuta que se la beba el que venga detrás.

Aunque esa enorme pantomima de «mirad qué guapo que soy» para desviar la atención de la corrupción de su partido y de su gobierno, se quedará corta. Yo de él, iría preparando más maquillaje lastimero, porque una victoria impostada ante la OTAN cuando nuestro enemigo Marruecos se lleva mejor con los EEUU que nosotros y, sabemos, que la OTAN no es partidaria de defendernos, nos va a traer disgustos. Aunque nada que no se arregle con un Falcon únicamente de ida dirección Rabat para cambiar la ubicación de sus servicios. De lamebotas en Madrid a lamebotas en Rabat. Aunque Mohamed no está mucho en casa. Y perdón por el término «lamebotas». Sé que es ofensivo y puede interpretarse como xenófobo. Mejor hablar con propiedad. Lamebabuchas. Si tal fuera su única salida, Solo queda una cosa que decir. Irene, calienta, el circo necesita una mujer barbuda.

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