Kit de supervivencia europeo


Axel Seib

Hace años que Europa vive permanentemente al borde del abismo. Nos acecha y rodea una barbarie que quiere aniquilar nuestra forma de vida. ¿Hablo de los terroristas en sandalias que tenemos en nuestras ciudades y que periódicamente atacan a mujeres, ancianos y niños? No, hablo de los rusos. Ese enorme peligro que ha hecho que las autoridades europeas nos hablen de tener preparados kits de supervivencia.

Yo pensaba que algún día, ante la inseguridad creciente en nuestras calles, hablarían de que tengamos todos los europeos algún spray de defensa. O de rearmar a nuestros policías y darles cobertura legal para que si disparan a un tipo que apuñala niños, no vayan a la cárcel por alguna clase de «prejuicio contra las minorías». Pero no. La prioridad es aprovechar instalaciones de Volkswagen para hacer carros de combate, ya que la Unión Europa nos impide tener coches. Eso y comprar latitas de caballa en aceite, linternas y pilas. Espero impaciente una performance solemne de Von der Leyen en un cuarto oscuro, con una linterna enfocándole la papada y diciendo con voz lúgubre: «¡Qué vienen los rusos!».

Personalmente, no me quitan el sueño los comandos militares rusos que, por lo visto, acechan nuestro territorio. Por dos motivos básicos.

En primer lugar, porque sabiendo el gran control de fronteras que tenemos, si los rusos quisieran entrar, ya estaríamos vendidos hace años. Con armamento o sin. Se nos cuela gente en chanclas grabándose con el iPhone, dudo que podamos parar a tropas armadas. Aunque tengamos muchas armas, no utilizamos las que tenemos contra gobiernos hostiles que acechan nuestras fronteras de verdad. Pero me tengo que creer que un siberiano va a cruzar toda Europa para tomar Barcelona y lo vamos a parar. A lo sumo le roban la cartera en las Ramblas, lo tengo claro. Corrijo, se le puede parar. Si deja el tanque en zona de carga y descarga, de la multa que le van a soplar, vuelve a Novosibirsk del susto.

Y el segundo motivo. Porque es mentira. Lloret y Torrevieja ya están llenas de rusos, eso es todo. Parece que hay que creerse todas las paparruchas de una UE que ya no sabe cómo asustar a las viejas. Con un poco de creatividad, empiezan una campaña de vacunación con la decimocuarta dosis, pero esta vez para garantizar la «inmunidad de grupo contra la invasión rusa». O encierros en casa para ensayar un multitudinario «no hay nadie en casa» y que cuando los rusos lleguen, se encuentren las calles vacías y digan:

«Blya, pues mejor nos volvemos, que no hay nadie en Europa».

Pero supongo que no va de eso. Parece que la cosa es tener latas de comida, un botiquín y linternas. Las típicas cosas útiles cuando una potencia nuclear te quiere invadir. Quizás Von der Leyen espera que con la tapita de hojalata de la lata de atún, me voy a cubrir de un misil. Aunque sabiendo el material roñoso que le llegamos a dar a Ucrania, tampoco es descartable.

Lo del botiquín si que parece útil en general. El problema es que antibióticos no podemos tener. El ibuprofeno está mal visto y limitado. El alcohol y el agua oxigenada están maldecidos. Hasta la povidona yodada tuvo su campaña en contra. Las tiritas de plástico contaminan. En conclusión, me tendré que hacer un botiquín «honoris causa» porque los reales no encajan con las políticas de la Unión. Y, por otro lado, me gustaría saber qué podría hacer yo con una cajita de ibuprofeno de 400 mg y tiritas de plástico contra todo un contingente de fuerzas de ocupación. ¿Me hago un tirachinas y les lanzo pildorazos? Porque si me pegan un tiro, es difícil que el ibuprofeno lo solucione. O me armo con una lata de fabada y les comienzo a lanzar cócteles Chorizov. Lo cual también es difícil de imaginar, porque con chorizo y morcilla, aún me llamarán islamófobo.

En conclusión, suerte que la invasión es de pega, porque si tenemos que esperar que nos invadan currelas montados en coches diésel de más de 20 años para poder prohibirles el paso al centro de las ciudades, estamos condenados.



Categorías:BREVIARIO, DECADENCIA OCCIDENTAL, GLOBALIZACIÓN, INCREÍBLE PERO CIERTO, TRIBUNA

1 respuesta

  1. ¡¡¡Uy uuy uy, qué miedo, que vienen los, rusos!!!

    (Y la de comisiones que se van a llevar comprando armas. Con lo que bien pagan, ¡rííete de las farmacéuticas!)

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