Axel Seib

Tengo que reconocer que Rufián no es santo de mi devoción. El rechazo que me causa como político solo es comparable a la molestia que me genera pensar que mis abuelos, padres y yo mismo tengamos que pagar impuestos para que él coma bollicaos. Pero quitando eso, tengo que decir que me resulta una mina de inspiración. Es como tener una tormenta de ideas estúpidas en el Congreso a jornada completa. No sabe ese elemento la de material que me ha dado.
La última, sugerirle a Pedrito crear una red social pública, aunque sea a nivel europeo, para romper la hegemonía del «fascismo» en las redes sociales. Cosa curiosa. Pretender romper una supuesta hegemonía de discurso en redes sociales libres con el establecimiento de una red social pública por parte de un gobierno que controla medios y quiere imponer verdades oficiales por decreto. El «antifascismo» está últimamente muy raro. Están a medio cigarro de la risa de hacer un «decreto Ferreras» y organizar visionados continuos de «Al Rojo Vivo» con palillos en los ojos para reeducarnos a los desafectos. Sólo espero que Ferreras lleve pantalones ese día.
Pero a decir verdad, con la ingente cantidad de caudales públicos dilapidados en toda clase de mamarrachadas, lo de gastarlo en una red social «alternativa» me parece hasta buena idea.
El único pero que le veo, es que conociendo las webs del gobierno español y de muchos organismos europeos, va a ser mejor y más rápido organizar tertulias públicas en diferentes corralas.
Si los mismos que han desarrollado esas maravillosas odas a la desesperación y la inutilidad que son las webs de organismos públicos tienen que hacer una especie de Twitter público, prefiero coger el tren hacia Madrid y visitar algún club para decirle lo que pienso al gobierno. Más rápido.
Ya no digamos si nos ponemos a hablar de la clase de registro que nos podrían pedir para entrar en dicha plataforma. ¿Habría que registrarse como en cualquier otra red social? ¿O podremos utilizar alguno de los múltiples registros de la administración pública? ¿Registro con CL@VE? ¿DNI electrónico? ¿Certificado digital de la Casa de la Moneda? ¿El número de afiliación a la Seguridad Social? ¿El IDCAT catalán? ¿El IZENPE vasco? ¿O los sistemas de identificación de la UE que entran en bucle?
No, mejor hacemos un registro propio para el Twitter público. Te registras a través de una aplicación de Indra que se traba o no funciona cuando le das a «continuar». Y si consigues avanzar, te pedirá una clave que te llegará a través de SMS para poder continuar y tener un número de solicitud con el que tendrás que ir a una oficina de la Seguridad Social para que ellos certifiquen tu identidad y poder recibir una carta al cabo de un mes con una clave temporal que caducará cada 15 días y deberás renovarla en una comisaría. Me ha costado incluso escribirlo sin coger aire. Pero ya podrás entrar en la plataforma. Cuando no esté caída. Oséase, raramente.
En conclusión, lo que quiere Rufián. Estaremos ocupados y sin decir ni mu porque no habrá forma de entrar. Pero habremos justificado con nuestro esfuerzo y hastío un chiringuito más. Una vez más, el progreso se muestra imparable.
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