Mientras usted hacía pan casero…


José Vicente Pascual

Todos en casa, tan recogidos, abarrotando los servicios de mensajería y videoconferencia para hablar con la familia, con los compañeros de trabajo, con los amigos, con los profesores, subiendo vídeos, memes, canciones, pegados al televisor en cuanto aparecían los supuestos expertos en asuntos de pandemias, con más miedo que salud, confinados, encerrados después de haber vaciado Mercadona y dejado a Carrefour y El Corte Inglés sin papel higiénico, la puerta cerrada, las visitas vetadas, las mascarillas en la puerta y siempre a mano por si acaso, suspirando por un test del covid, temblando tras el primer estornudo, no había tregua: mientras usted y yo y todos estábamos en casa y recibíamos cada día las noticias de miles de muertos, de hospitales de campaña desbordados, de residencias de ancianos arrasadas por el virus, y mientras moría gente a la que conocíamos, otros incluso mucho más próximos, mientras agonizaban en soledad nuestros mayores, nuestros familiares, mientras el virus y la muerte nos cercaban como a conejillos enjaulados y los policías locales arreglaban los presupuestos del municipio a base de multar a los díscolos que se atrevían a salir a la calle, mientras todo aquello sucedía hubo una élite eximida de la ley por gracia del gobierno progresista, una selecta categoría de políticos y políticas corruptos y corruptas como sátrapas bananeros y bananeras, libres como el viento, que se dedicaban a los suyo, trincar pasta, montarse orgías de sexo y farlopa y volver a trincar pasta.

Esos mismos nos decían lo que estábamos obligados a hacer para superar la pandemia, dictaban el reglamento y los decretos, imponían sanciones y criminalizaban al que osara dar cuatro pasos en la vía pública sin la preceptiva mascarilla, cosa que no es de extrañar porque el meollo de sus beneficios estaba precisamente en las mascarillas, las de Ábalos, las de Illa, las de Armengol, las de Torres, las de Koldo, las del Tito Berni… Mientras agonizaban los abuelos en residencias dejadas de la mano de Dios y la gente enfermaba y los ERTEs caían a plomo sobre las familias, ellos celebraban su gran boda con la vida, sus contratos fulleros, su pasta gansa, sus comisiones y su saqueo de todo lo que fuera público, porque a fin de cuentas lo público no es de nadie. Cierto, nosotros dejamos sin papel higiénico los supermercados; pero ellos, más finos, más en la cumbre, más bendecidos por las urnas y mucho más queridos por el diablo, para cobrarse el favor de pastorear nuestro miedo dejaron tiritando las arcas del Estado, tan vacías como los estantes de las grandes superficies tras el paso acaparador de los confinados.

Total, el negocio estaba cantado: ciento cuarenta mil millones de Europa esperaban a la vuelta de la esquina, en forma de ayudas tras la pandemia. Que por causa de aquel billetamen del monopoli, sin valor ninguno, el aceite de oliva esté a diez euros el litro y la barra de pan haya subido un 100% es otra cuestión, otra parte de la asignatura por así decirlo, algo sin importancia porque pensamos seguir pagando la cuenta hasta que nuestros nietos sean viejos, así de cumplidores hemos salido. Pero recuérdelo: siguen pendientes de cobro los chanchullos que ellos perpetraron mientras usted hacía pan en el horno eléctrico de su casa. Consuélese: cada vez que va usted al supermercado y apoquina diez euros por una botella de aceite de oliva, está pagando la deuda, la que ellos dejaron, el debe de sus fiestas privadas y sus prostitutas y su cocaína y sus viajes y sus risas. Ya se sabe: progresar y tener un gobierno benefactor nunca fue gratis; y con esta gente nos sale caro de cojones.



Categorías:BREVIARIO, OPINIÓN, TRIBUNA

4 respuestas

  1. Vídeo buenísimo de InfoVlogger. Verdades como puños en tan solo 14 minutos exactos:

    https://www.youtube.com/watch?v=O0u0uMuPdvo

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  2. Pues yo no hacía pan casero. Yo teletrabajaba, como la mayoría de la gente.

    Además, el confinamiento me vino muy bien, pues aproveché para ordenar un poco la casa, ya que realmente la tenía muy desordenada desde hacía muchísimo tiempo. Como mínimo, desde que nacieron Adán y Eva.

    Han roto el escaparate de un bazar chino, en Barcelona. Un escaparate enorme.

    La dueña china debe ser de izquierdas. El buenismo es un defecto, no una virtud.

    Aunque tengas alarma de seguridad y una persiana opaca de alta seguridad, te entran a robar igualmente. Consiguen abrir la persiana. A mí me ha pasado novecientas mil veces. Con persiana y con alarma.

    Un bazar chino con alarma, pero sin persiana, es como dejar cien mil billetes de 500 euros en mitad de una acera.

    ¿Por qué los ladrones jovenlandeses rompen el escaparate de un bazar chino? Hombre, pues porque un peluche de tamaño mediano, «made in China», que en realidad cuesta menos de 1 euro fabricarlo, vosotros, chinitos, lo estáis vendiendo a 30 euros. Y el peluche más pequeño, a 15 euros (como mínimo). El más grande, de 50 euros para arriba. Normal que os roben. Que se vea bien la pegatina del precio: «59,99 euros».

    ¡Que estáis en Barcelona (España), la ciudad más peligrosa del universo! ¿O es que no os habéis enterado todavía? Toda seguridad es poca. Como mínimo, poned una persiana.

    Y lo más gracioso (que de gracia no tiene nada, pero bueno): todas las tiendas de muebles regentadas por una dueña «indepe» y catalanohablante. No falla. Siempre es una dueña «indepe» y catalanohablante. Pues exactamente lo mismo: un escaparate sin persianas. Y, por supuesto, con todas las luces de la tienda encendidas durante toda la noche y madrugada. A gastar luz a lo tonto. Y luego no venden nada, pues son muebles horripilantes, diseñados por una chica feminazi argentina fanática de Frida Kahlo.

    Cuando un grupo de personas atrapa a una mujer carterista (en el metro o en la calle), siempre aparece una chica «indepe» y catalanohablante que grita «Sororitat! Sororitat!». «¡Dejadla en paz!» Chicas que defienden a las mujeres carteristas.

    «Sororidad» viene de Soros. George Soros. Por si alguien no lo sabía.

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  3. Un virus fabricado en un laboratorio, a propósito, para aniquilar a toda la población mundial. Y para que las farmacéuticas se forren. Y para que las funerarias no se queden en el paro.

    Está hecho a propósito. Es un virus artificial. Un virus de verdad, de manera natural, por culpa de un animal en concreto, es imposible que sea tan letal. Es imposible que sea tan contagioso y que se expanda por todo el planeta Tierra.

    Se piensan que somos tontos.

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  4. En el inicio de la calle Rosellón, frente a la cárcel Modelo, merodean dos carteristas rumanos: un anciano y un tío que es igualito a Dirk Benedict (pero con el rostro de hace 40 años y más morenito). Han robado una mochila a un japonés que estaba dentro de un coche de alquiler. En ese momento, el coche estaba aparcado. El anciano se encarga de distraer a la víctima, moviendo uno de los retrovisores. Como diciendo: «tienes excrementos de paloma en el retrovisor». Y el guaperas se encarga de robar objetos de valor que vea en los asientos traseros, o bien, en el maletero.

    A pesar de que los he perseguido, les he perdido la pista en la avenida de Josep Tarradellas, en Barcelona.

    El mejor canal de YouTube: BCN A PIE DE CALLE.

    https://www.youtube.com/watch?v=0PFg_kkNP24

    Barcelona está peor que antes. Estas son las falsas promesas de Coll-Bony y Tigretón.

    Necesitamos un Nayib Bukele urgentemente.

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