
Estamos acostumbrados a pensar y a leer que la Edad Media acabó a mediados o finales del siglo XV, con la toma de Constantinopla por los turcos en 1452 o a mucho alargar el Descubrimiento de América o la Toma de Granada, en 1492 como hechos que marcarían simbólicamente el fin del periodo histórico, dando lugar al Renacimiento y a lo que se conoce como Edad Moderna. Pero realmente fue así? ¿Tanto duró la Edad Media?
En retrospectiva cuando pensamos en la Edad Media, solemos considerarla como un largo bloque homogéneo de tiempo donde los ideales de cristianismo eran dominantes, lo mismo en el año 800, que en el 1100, que en 1400. Y sin embargo, todo eso es más que discutible.
Cada vez más, historiadores e intelectuales de prestigio, como Bárbara Tuchman, Roberto de Mattei, Javier Barraycoa, entre otros, están llamando la atención sobre la extrema importancia del siglo XIV y la ruptura a todos los niveles que se da a partir aproximadamente de 1300, respecto al mundo precedente.
Efectivamente al principio sutilmente y luego de forma evidente, un gran cambio se produce en todos los ámbitos. Por primera vez en muchos siglos, en Europa a partir de 1300 (siempre aproximadamente) se invierte la despoblación de las ciudades. A partir de esos momentos aunque la gran mayoría de la gente sigue viviendo en el campo,se percibe que una parte relevante de la población libre del medio rural empieza a emigrar a las ciudades, que desde entonces vuelven a cobrar cada vez más importancia.
Los nobles por primera vez empiezan a instalarse en las ciudades y a construirse palacios en ellas. Se instalan en la Corte para estar cerca de los reyes, que cada vez adquieren más poder. Al mismo tiempo se va desvaneciendo la organización económica propiamente medieval. Si en los siglos precedentes la producción industrial e individual se estructuraba a través de los gremios, las transacciones eran en especial muchas veces, la economía era agrícola y se consideraba la usura y la actividad bancaria como negocios fraudulentos propios de judíos, en el siglo XIV todo empieza a cambiar.
Se desarrollan las actividades comerciales basadas en el crédito, surgen los primeros bancos que pronto alcanzarán gran importancia, los grandes mercaderes empiezan a dominar la actividad económica de las grandes ciudades europeas y se hacen imprescindibles para los reyes. Los gremios entran en decadencia y la economía entra en la dura competencia del sistema capitalista.
La Iglesia, que había sido el mayor poder europeo durante los siglos XI, XII y XIII tras vencer los intentos del Sacro Imperio por dominarla en las guerras de las investiduras, con grandes papas como Gregorio VII o el gran Inocencio III, que llegaron casi a reinar sobre Europa, entra en una gran decadencia a partir del siglo XIV.
Nada simbolizará mejor esta decadencia que el asesinato del Papa Bonifacio VIII, en Agnani, Italia, el 12 de octubre de 1303 por orden del rey de Francia Felipe IV «el Hermoso». A partir de ese momento los papas inician sus traslados a Aviñón, en Francia, con lo que la Iglesia pasa a subordinarse a los poderosos reyes de Francia, lo que provocará el desapego hacia ella de los reyes de Inglaterra o los emperadores alemanes, y de sus pueblos, preparándose así el camino al futuro protestantismo.
La Iglesia pasa de dominar a Europa a verse dominada por los distintos reyes europeos. La destrucción de los Templarios por orden del mismo rey francés, a principios del siglo XIV,- tan parecida a la de los jesuitas en la Europa del siglo XVIII -, que la Iglesia no tuvo más remedio que aceptar, más allá de los méritos o deméritos de los Templarios, marcó también un importante hito hacia el sometimiento de la Iglesia a los poderes del mundo.
Se produce simultáneamente un gran cambio intelectual. A partir del siglo XIV se entra en lo que se ha llamado la era de los «legistas», los abogados surgidos de las universidades, se convierten en asesores imprescindibles de los reyes y se produce un redescubrimiento del Derecho romano. Esto significa que las nuevas teorías jurídicas defienden que la legislación ha de ser unánime y homogénea y la única fuente legislativa ha de ser el rey. Hasta ese momento el derecho y las leyes eran genéricos. Había códigos de Derecho y los reyes hacían leyes pero muchas veces se basaban en la costumbre y muchas de ellas no estaban ni siquiera escritas. Las costumbres variaban en las diversas instituciones, corporaciones obreras o mercantiles, ciudades, feudos, etc. Este derecho múltiple se hacía insoportable a los nuevos juristas que admiraban el derecho de la antigua Roma y el poder omnímodo de los emperadores. Los consejeros del rey Felipe IV de Francia, como Pierre Flotte, Dubois, Nogaret, dirigieron su política que se convertirá en modelo para el resto de reyes. Se instaurará además así lo que se conoce como regalismo, o sea la política de los reyes de legislar sobre cuestiones eclesiásticas y poco a poco se irán apropiando de los bienes y recursos de la Iglesia. El Estado se separará cada vez más de la Iglesia y se abandona definitivamente la teoría de las «Dos Espadas» con el Papado y el Sacro Imperio como ejes del orden político en Europa.
Además en la misma Iglesia penetran las herejías a partir del siglo XIV, mediante la difusión del pensamiento aristotélico, en detrimento de San Agustín y Santo Tomás de Aquino. La Escolástica empieza a ser despreciada y se exige el cultivo de la ciencia al margen de la Fe. Surgirán así la herejía nominalista, predecesora del futuro protestantismo y otras similares. La Iglesia a lo largo del siglo XIV caerá víctima del Cisma de Occidente en el que llegará a haber tres Papas distintos con el consiguiente descrédito.
Otro momento simbólico que marca la decadencia de la Iglesia podría ser la caída de San Juan de Acre, también llamada Tolemaida, último reducto del antiguo reino de Jerusalén en 1291, que supondrá el fin definitivo del reino cruzado cristiano de Jerusalén, ya muy reducido, después de 200 años de acoso musulmán. La misma idea de Cruzada que en los siglos XI y XII había movilizado a las masas en toda Europa, irá cayendo en el olvido y el desprecio general.
En definitiva el siglo XIV preparará el triunfo de la Modernidad, a partir del Renacimiento, y el Protestantismo y el siglo XVII. Y ello a pesar de que los ideales de la Cristiandad vivan un último «revival» en el siglo XVI y principios del XVII con la Contrarreforma y los inicios del Barroco, gracias a España y su esfuerzo evangelizador en Ultramar y de lucha contra la herejía en Europa. La derrota de España a partir de 1648, significará también la derrota definitiva del Catolicismo como modelo de Estado y de sociedad.
Es por todo ello que algunos historiadores han sugerido que la Edad Media realmente se podría dar por concluida hacia 1300, época donde daría comienzo un periodo que por ejemplo García Villoslada propuso llamar Edad Nueva, que sería una época de transición hacia la Edad Moderna, a partir de 1450 -1500. En cualquier caso la «Edad Media» o como sería mejor llamarla «la Cristiandad» habría terminado realmente hacia 1300, proponiendo algunos autores como hecho simbólico de ese fin de época la caída del reino cruzado y otros la muerte de Bonifacio VIII en 1303. Pero no parece haber duda en todo caso de que el cambio de época histórica a partir aproximadamente de 1300 parece innegable. No es extraño que algunos viesen en la terrible Peste Negra de 1348 que arrasó Europa un castigo de Dios hacia un continente que ya empezaba a renegar de su esencia cristiana.
Rafael María Molina
Categorías:HISTORIA
Para poder establecer una fecha no arbitraria pero si convencional hay que, primero, establecer cuál es la característica diferenciadora entre el medievo y la modernidad. En el medievo, el centro del discurso es Dios mientras que en la modernidad es el hombre. En la postmodernidad no hay centro del discurso común en sociedad. En la Baja Edad Media se dan los cambios sociales y materiales que propiciarán ese adviento de la Edad Moderna.
La fecha en cuestión sería un hito en la Historia Universal -que antes de ser eurocéntrica era latinocéntrica- pero no sería de aplicación directa a la historia particular de los pueblos que se han ido incorporando posteriormente a ella. Pienso en particular en los pueblos germánicos -que viven una vida obscura durante varios siglos más- y en los pueblos eslavos y ortodoxos -perdidos de la mano de Dios y en franco retraso económico y cultural con matices con respecto a la Europa Occidental.
Me gustaMe gusta