Gracias Pedro Sánchez y gracias Pablo Iglesias, hoy he reflexionado acerca de mi infortunio y me he dado cuenta de que estaba equivocado. Debo estar y estoy, feliz.

Estoy feliz Pablo Iglesias y Pedro Sanchez y Quim Torra porque me he dado cuenta de que mi mejor aliado sois vosotros mismos. En vuestro cerebro está la íntima convicción de lo mal que estáis actuando. En nuestra cultura Judeo Cristiana que tanto denostáis se le llama Conciencia y es esa puñetera vocecita que nos recuerda lo que está bien y lo que está mal. Los malos la queréis silenciar. Unos con alcohol o drogas y otros con mantras repetidos obsesivamente, pero no hay manera. Ella es mi aliada, y lo sabéis.

Tú Pablo cuando pides a la Guardia Civil que rodee tu casa de Galapagar e impida acercarse a los vecinos, porque recuerdas perfectamente cuando tú mismo movías a tus halagadores a hacer escraches a otros.

Y tú Pedro cuando te ves obligado a reconocer que tienes que aceptar las condiciones que te dan asco porque sabes que de no hacerlo tendrías que abandonar La Moncloa.

Gracias porque por vuestra vileza ha aparecido un movimiento entre los españoles de patriotismo, colocando banderas españolas en todas partes. Se está dando la vuelta la tortilla. Ahora son vuestros radicales de ultraizquierda los que se cabrean cuando oyen las caceroladas.

Habéis vuelto a poner a Franco de moda. Estaba olvidado por la inmensa mayoría de los españoles, es más, los jóvenes ni lo conocían, pero ahora si, ahora lo conocen porque ante el numerito que montasteis para desenterrarlo, han tenido que preguntar ¿Quién era ese señor? Y sus padres o abuelos les han tenido que explicar, gracias a vosotros, que fue un dictador que mantuvo el poder durante 40 años sin que nadie le hiciera ni un escrache, ni una moción de censura, y el país siguió adelante.

No quiero olvidarme de Torra, eminente periodista cabreado porque alguien pidió que se anunciase en español un vuelo que había despegado de Barcelona, ciudad española. Mantiene permanentemente un gesto de cabreo que no sabe disimular al contrario que Pedro que luce siempre una sonrisa artificial y cínica para que no se le note la rabieta. Por cierto, Pablo tampoco.

Pablo, cuando llegó al “Poder” sonreía sinceramente. Estaba pletórico porque por fin la vida le había hecho justicia, pero en cambio últimamente con su inexistente gestión de las residencias de ancianos y las caceroladas y los anuncios de demandas judiciales, se le ha puesto una jeta de “avinagrao” que no se la aguanta ni la cajera del súper.

Y eso lo llevan dentro, en esa cabecita que es ahora mi mejor aliada y que no deja de tocarles las narices recordándoles sus malas artes y su forma sucia y desordenada de hacer mala política a sabiendas.

Esa misma cabecita Pablo que te lleva a hacer chiquilladas como ir con pantalones tejanos a ver al Rey para decirle sin palabras “rabia que rabia, llevo tejanos para demostrarte mi falta de respeto, que no te quiero” y encima te crees que a él le importa. ¿Estás seguro de que no se parte de risa comentando con sus amigos de promoción tu payasada? Lamento tener que reconocer que estás haciendo escuela. Muchos “ministres” cuando va a tomar el cargo no le hacen la reverencia obligada a Su Majestad. Tal vez por miedo a que te enfades.

Y si, me rio. Y hablo de miedo al flamante Vicepresidente de la coleta cuando, al mismo tiempo en que el arrogante ministro Ábalos como portavoz del Gobierno, comunica la modificación que bien entrada la madrugada el Gobierno ha hecho al acuerdo firmado con los filoetarras de Bildu unas horas antes, el propio Pablo afirmaba en una importante emisora de radio lo contrario, o sea, que suprimirán totalmente la reforma laboral que el Gobierno de Mariano Rajoy había hecho. Precisamente por ser de Rajoy.

Gracias Pedro y Pablo y Quim. Me hacéis pasar ratos muy divertidos cuando veo esas caras que ponéis en televisión. Ah! Y no me quiero dejar en el tintero a los “portavoces” que echáis al ruedo periodístico cuando descubren ante las cámaras que Nueva York, Madrid, Teherán y Wuhan están en una “casi” línea rectacomo magistral explicación del grado de afectación del covid-19.

Xavier Codorníu

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