Lo que sí está claro es que la leyenda que se suele contar a los niños catalanes sobre el origen de las cuatro barras, no tiene ni pies ni cabeza. La leyenda tiene varias versiones, pero la más conocida es la atribuida al conde de Barcelona, Wifredo el Velloso del siglo IX y del que apenas sabemos nada. Y eso que la heráldica no aparece en Europa hasta 1120. Entre el siglo xv y el xvi se asentó la creencia o leyenda de que tras caer herido combatiendo a los normandos, el rey franco Carlos el Calvo (otras versiones hablan de Luis I, II o III), el conde pidió al rey un signo para su pueblo.
Con la sangre de Wifredo pintó con sus dedos cuatro barras sobre un escudo dorado. En el siglo xv no estaban muy puestos en datación y claro, Carlos el Calvo murió en 877, Luis II en el 879 y Wifredo en el 897. Evidentemente las fechas no cuadran pues Carlos el Calvo habría tenido que resucitar para plasmar las barras en el escudo. La leyenda tuvo su máxima difusión en el siglo XVI cuando el valenciano Pere Antoni Beuter escribe esta historia (en castellano) en 1551 que, según el autor, se basaba en manuscritos que había podido «consultar», pero que nunca especificó cuáles eran.
Lo que muchos ignoran es que, casi un siglo antes, se escribió una historia muy parecida pero aplicada a un linaje castellano. Aparece publicada en 1485, en un libro titulado Nobiliario Vero y publicado en Sevilla por Hernán Mexia. Es un tratado de caballería en el que se afirma que las armas de la casa Aguilar-Priego (luego Fernández de Córdoba) se originan tras la toma de Córdoba, cuando el Rey Fernando III de Castilla, pintó con sus dedos mojados en sangre en el escudo de uno de los miembros del linaje. ¿Sorprendente casualidad?
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somatemps.me 
La primera vez que aparecen las barras es con Alfonso II, rey de Aragón y conde de Barcelona como hijo de la reina Petronila y del conde Ramón Berenguer IV. Como en la Edad Media hay mucha «literatura», tan real como la mal llamada «novela histórica» actual, tal vez pueda explicarme porque en el escudo de Salamanca aparecen también las barras. La explicación que se ofrece es tan absurda, antihistórica y no probada como la de Beuter. Simples invenciones.
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Es lo de siempre, como si no fuera común en la historia que las leyendas se repiten en diferentes sitios. Las cuatro barras verticales tienen representaciones graficas mucho mas antiguas que los tres palos horizontales de los Fernandez de Córdoba, con lo cual: quien copio a quien? Cada cual lo vera según el color de su ideologia. Yo a todo esto le veo muchas lagunas… El escudo en cuestion tiene tres palos rojos horizontales, el gesto de hacer los palos horizontales con la sangre es mucho menos natural que hacerlo de manera vertical que es lo q te sale de manera espontanea, probablemente pq sabian que los palos verticales «ya estaban cogidos». Saludos
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