Pertenezco a la generación de los que todavía hicimos la “mili”. Al terminarla te daban la cartilla militar (la esperada “blanca”), donde había una especie de calificaciones. En la casilla donde se valoraba el “valor” (valga la redundancia) la nota era siempre la misma: “se le supone”. No habiendo tenido ocasión de probar nuestro “valor”, pues (por suerte) no había guerra, este se suponía, pues se suponía que el soldado español era valiente hasta que no se demostrara lo contrario.

Con Artur Mas ocurre algo parecido. Amigos y enemigos lo suponíamos un tipo valiente. Desbordaba gallardía en el Parlament o hablando a sus incondicionales. Decía que David vencería a Goliath, decía que desobedecería al Tribunal Constitucional, decía que él se haría responsable de todo («prucés», “butifarrendum”, etc.).

Pero al encontrase frente al tribunal a Artur Mas se le han bajado los humos. Ahora resulta que no quería desobedecer, únicamente que no se enteró. Ahora resulta que todo lo hicieron los voluntarios (¿los voluntarios obligaron a los directores a entregar las llaves de los institutos? ¿los voluntarios pagaron los ordenadores y los programas informáticos?) Ahora resulta que todo fue un malentendido.

Se desmorona el jefe, y detrás vienen los otros. La directora de los Servicios Territoriales de Enseñanza de Barcelona-Comarcas hace un papel absolutamente ridículo. Esta señora, tan prepotente y autoritaria al tratar con el profesorado, la vemos balbuceando excusas tontas: ella no sabía nada, ella “pasaba” por allí, todo fue cosa de los voluntarios ¡Patético¡

Artur Mas tiene miedo a la inhabilitación. La inhabilitación es algo relativo: para mí, por ejemplo, que el único cargo público que he tenido ha sido de delegado sindical, y no tengo ninguna aspiración de ser diputado o regidor, la inhabilitación me importaría un pimiento. Pero Artur Mas es un político “profesional” (es decir, carece de profesión). ¿A que se va a dedicar si lo inhabilitan? ¿Tendrá que trabajar como el resto de los mortales?

Artur Mas ha perdido la gran oportunidad de demostrar coherencia con sus propias afirmaciones. Si hubiera dicho al tribunal que desobedeció habría demostrado valor y se habría ganado nuestro respeto. Pero sus intereses personales y de partido han pesado más que la coherencia. Esto es lo que hoy en el Parlament le han reprochado desde la izquierda.

El valor se le suponía. Ahora ya no.

José Alsina Calvés

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