No estaba muerto, estaba de parranda. Artur Mas, cadáver político en la fosa común de la corrupción, los recortes neolibertales y la ilegalidad, no estaba muerto como hacía creer a propios y extraños. Le late el pulso de su agonía pública. Los micrófonos de RAC1 han sido voceros del posible regreso del expresidente de la Generalitad a la primera línea política ¿Resurgirá de sus cenizas o va de farol?

“El único que se ha autodescartado como candidato para unas elecciones es Carles Puigdemont”, por lo tanto “yo no me tengo que descartar” y, aunque “no hay seguridades, tampoco hay que descartar a nadie porque estamos en un año decisivo”.

Todos los años son decisivos para el proceso secesionista y como el Cuento del Lobo nos anuncian que viene la independencia. El separatismo vende pues contra España se vive mejor. Parece un brindis al sol pues el propio dirigente se muestra convencido de que será inhabilitado “por unos cuantos años” en la causa del 9N por la que será juzgado en unas semanas. ¡Qué pena!.

Jugar a ser mártir no sale gratis. Se enterró y el traje de su popularidad está lleno de barro y no hay quien se lo quiera lavar ¿Qué le parecerá a la CUP la vuelta del que pidieron su cabeza como condición para pactar?

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