
El exfalangista Lluís Llach y el filobatasuno Sánchez en un acto del chiringuito ANC
El psiquiatra Antonio Bulbena analiza en un libro los mecanismos del desasosiego y revela su vínculo con un trastorno del tejido conectivo.
Solemos emplear la expresión «estar hecho de otra pasta» para referirnos a las personas que atesoran alguna cualidad extraordinaria. Sin embargo, también podríamos aplicársela a las que padecen ansiedad. Y es que, según revela el catedrático de psiquiatra Antonio Bulbena en su obra Ansiedad, la conformación anatómica de los que sufren este trastorno es distinta a los demás.
Así, el ensayo de Bulbena, director de Investigación en la Unidad de Ansiedad del Hospital del Mar, sostiene que la angustia responde en muchas ocasiones a una laxitud hereditaria del tejido conectivo -presente en casi todo el cuerpo- que vuelve a los afectados más sensibles de lo normal. Esta circunstancia aumenta su capacidad de anticipación, así como su percepción de alarma, lo que redunda en una mayor inquietud.
Por otra parte, el desasosiego patológico, que afecta al 18% de la población española, se encuentra estrechamente ligado a la incertidumbre. Particularidad, recuerda Balbuna, de la que se sirven los partidos populistas para amasar votos. «Estas formaciones mitigan la inquietud del elector con problemas de ansiedad, pues le ofrecen una superseguridad. Gracias a su pureza intrínseca y sus soluciones definitivas, nada malo podrá ocurrirles».
SOBREINFORMACIÓN COMPULSIVA
Otro fenómeno contemporáneo en el que los estados de angustia juegan un papel destacado es el de la sobreinformación a través de las redes sociales. «Algunos consumen información de manera compulsiva», dice, «pero no les mueve la sed de conocimiento, sino el miedo a sentirse desplazados, a ser menos que los demás». «Se trata de una inquietud en la que operan mecanismos muy primitivos», agrega.
El psiquiatra advierte también en su obra de que la «ansiedad puede entrañar más peligro que la depresión porque, con frecuencia, quien la sufre no es consciente y no hace nada para remediarla». Asimismo, se trata de una disfunción que carece del prestigio social de la depresión, que puede obedecer a razones más entendibles o legítimas para los que te rodean. «La ansiedad no se explica a los demás porque se percibe como una debilidad», concluye.
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