
Gritos de ‘Alá es grande’ en las inmediaciones de la iglesia más antigua de Dortmund, incidentes y presencia policial… La gran noticia es que no haya sido noticia: eso dice más del estado de Europa que cien portadas en los periódicos más prestigiosos del continente.
La primera vez, el año pasado, Gobierno, policía y grandes medios se conjuraron en Alemania en un intento de ocultar que, durante las celebraciones callejeras de Nochevieja en varias grandes ciudades del país, se habían cometido cientos de delitos sexuales protagonizados por los recién llegados -los supuestos ‘refugiados’ procedentes de Oriente Medio y Alemania que tan amablemente había invitado Angela Merkel a instalarse en Alemania- y sufridos por mujeres nativas. Solo la insistencia de innumerables testigos en redes sociales obligó a prensa y policía, días después, a reconocer el desliz y pedir perdón.
Este año no ha hecho falta censura o complot algunos: se ha informado, el medio que lo ha hecho, como de pasada y con cierta indiferencia, sin sembrar la universal indignación del año pasado. Como quería el primer ministro francés, Manuel Valls, con el terrorismo, Europa parece haberse hecho a la idea de que estaexplosión de los asaltos sexuales por parte de los inmigrantes recientes es ‘la nueva normalidad’, una tradición más de estas entrañables fiestas.
Hablando de Francia, el parte oficial sobre la noche fue que «transcurrió sin incidentes dignos de mención» (Ministerio del Interior: «La nuit de la Saint-Sylvestre s’est déroulée sans incident majeur»), una forma que hasta hace muy poco sonaría irónica para describir una velada en la que se habían quemado más de mil coches y se habían detenido a 454 personas, a pesar de una presencia militar -100.000 soldados en las calles- propia de un país ocupado.
Pero el plato fuerte de la noche se sirvió en Alemania y en su vecina Austria, pese a los precedentes y al estado de alerta de las autoridades. En Viena, la ciudad que se decantó por el proinmigracionista Alexander van Bellen en la reciente repetición de las elecciones presidenciales, los servicios de emergencia se vieron colapsados por llamadas de todo el país informando de numerosos asaltos sexuales cometidos, en repetida descripción, por varones de tez oscura y frecuentemente barbados.
La celebración más animada se dio en la ciudad alemana de Dortmund, donde, relata Breitbart una muchedumbre de más de un centenar de varones, al repetido grito de «¡Alahu Akbar!», lanzaron cohetes de pirotecnia a la policía y quemaron el techo de la iglesia más antigua de Alemania, San Reinoldo. Una vez más, la noche fue descrita como «tranquila» en el informe policial y como «normal» por un portavoz del Ayuntamiento. Y eso resulta más alarmante que si hubieran exagerado la gravedad.
No deja de ser curioso que la iglesia atacada y parcialmente incendiada por el grupo de inmigrantes citados, San Reinoldo, fue protagonista de una reciente noticia que, esta sí, suscitó la indignación de la opinión publicada al ser ocupada por un grupo identitario en protesta contra la islamización del país el mes pasado. Su pastor, Friedrich Stiller, denunció el acto como «una clara provocación de los neonazis», lo que ocasionó que los responsables del programa de ‘desradicalización’ de la ciudad, con un presupuesto de 50.000 euros anuales, exigiera más fondos.
En Colonia, protagonista del grueso de los ataques el año pasado, esta Nochevieja se consiguió reducir significativamente el número de asaltos gracias a una enorme presencia policial, que realizó numerosas detenciones, solo para ser atacados en la prensa por representantes políticos por «discriminación».

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No lo cuentan, porque de lo que se trata es de que la opinión pública (europea, blanca y cristiana) no se de cuenta de lo que está pasando y no se opongan a la colonización musulmana hasta que sea demasiado tarde.
Es decir, es una censura.
Me pregunto por qué siguen llamando a ésto «democracia» y «libertades».
También me pregunto el por qué los que manejan el «feminismo» solo combaten al hombre blanco, cristiano y europeo, mientras que silencian el «machismo» y las violaciones de los musulmanes.
Esto es un plan que tiene como objetivo erradicar la raza blanca, cristiana y europea de donde siempre ha estado (Europa), y para ello ni se ahorra dinero, ni se desaprovecha ninguna oportunidad, ni se olvida ningún frente, ni se perdona a las personas: forzar la guerra de Siria para llenar artificialmente de musulmanes Europa.
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