El movimiento independentista considera que la Diada fue un éxito, pero sus principales dirigentes no saben cómo traducirlo en una salida para el «prucés».  Carles Puigdemont, asumió este lunes que su gobierno no podrá hacer nada.

Él mismo se niega a convocar un referéndum soberanista que no sea pactado con el Gobierno español. Puigdemont no desea iniciar un proceso de desobediencia que complique más las cosas.

Está atrapado, pero, oficialmente, todo sigue adelante. El parlamento catalán tiene el mandato de elaborar hasta tres leyes de «desconexión».

En julio de 2017, Puigdi tiene previsto convocar unas elecciones constituyentes. Pero sabe que serán unas meras autonómicas. La presión a Puigdemont llega de su socio parlamentario que reclaman que se fuerce ese referéndum, que no espere a tener el aval del Estado, porque no lo tendrá.

Pero ni Puigdemont, ni otros dirigentes de Convergència, como el ex presidente Artur Mas, quieren emular lo sucedido con la consulta del 9N.

Por tanto, el bloqueo es total. Nos tocan meses de pesadez y nanidad.

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