Los estertores del pujolismo económico


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Es difícil ponerse en la piel de Arturo Suqué y Carmen Mateu, en los años en que los dueños del Grupo Peralada (Casinos de Cataluña) empeñaron fondos en la aventura nacionalista. Suqué, fue uno de los financiadores de Convergència. Y tuvo suerte de que su suegro, el gran industrial Miquel Mateu i Pla, patrón de la Hispano Suiza-Pegaso, ex alcalde de Barcelona y, ex ministro de Franco, no llegó a ver su patrimonio expuesto en manos del «milhomes», como le llaman todavía a Jordi Pujol.

El llamado sector negocios de la vieja CDC comandado por Lluis Prenafeta, aquel plenipotenciario edecán que repartía dádivas, consejería por consejería, se está hundiendo como el Titanic.

Hoy parece anecdótico pero es cierto que el pujolismo tuvo política industrial; proyectó su sombra de favoritismo en subvenciones encubiertas y créditos fallidos del Institut Català de Finances (ICF). Especialmente controlado por el nacionalismo fue el sector del acero para coches: la empresa más afín en este ramo fue Aceros Boixareu, afectada por la caída de los altos hornos en los ochentas, pero renacida gracias a Joaquim Boixareu. Antes que Boixareu, lo intentaron también el desaparecido Carles Güell de Sentmenat o Cementos Molins.

En la política industrial del pujolismo hubo muchos amaños, por ejemplo los Laboratorios Martín Cuatrecasas y de Fides, donde el padre de Pujol había comprado una cantidad importante de acciones. Muchas empresas se mantenían artificiosamente al amparo del pujolismo: empresas como Uriach o Esteve, comandadas respectivamente por Joan Uriach Marsal y Pep Esteve i Subirana.

 

 

El final del pujolismo coincide con una bifurcación, antes hegemónica pero hoy perdedora, de los derivados del petróleo: Ercros y La Seda.

Pero sobre todo, este epígono marca un antes y un después a partir de casos como el de Empte, la corporación de los Sumarroca que pagan el peaje de una amistad y el precio de un primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, el siroco que postra todo lo que toca (se llame Copisa o Isolux Corsan) ante los tribunales de Justicia.

 

Hoy, lejos de aquella infección personalista y devastadora, las mejores start-ups de Europa buscan refugio en Barcelona, un mercado que mueve el 75% de la financiación total de este sector y que muy pronto recibirá la lluvia del efecto multiplicador de la nueva sede de Amazon, junto a la T-1.

La industria del postpujolismo tiene su mirada puesta en los mercados internacionales. Recoge en parte el éxito pretérito de aseguradoras como Catalana Occidente (de los Serra Santamans y Serra Ferrer), de la banca internacionalizada(CaixaBank y Banc Sabadell) o del mundo asociativo donde despunta el RACC.

Estos conglomerados, junto a muchas empresas no citadas aquí, representan la continuidad, el trabajo bien hecho más allá de los límites del nacionalismo y de sus tangentes delictivas.

Fuente: Economíadigital

 



Categorías:POLÍTICA

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