
Informa: El Español
«Las europeas son las más salvajes de nuestra comunidad. Las británicas, por ejemplo, se jactan de sus violentos actos de tortura, con tenazas en pecho y genitales». Quien así lo relata es Agar (nombre en clave), una mujer de 25 años que vivió el infierno de ingresar en las filas del Estado Islámico y se abrazó después a los servicios de inteligencia extranjeros para salir de él. Su testimonio, analizado ahora por los equipos antiterrorista de medio mundo, ha servido para conocer por dentro la brigada Al Khansaa, él único grupo de mujeres autorizado por el grupo terrorista para empuñar un arma.
«Nuestra primera patrulla consistió en vigilar las tiendas de ropa femenina», relató Agar a los agentes que se encargaron de su extracción. El día 2 de marzo de 2014, capitaneadas por Umm Rayan y otra terrorista llamada Kawther Al Homsiyyah, «entramos irrumpiendo en dos escuelas de secundaria para niñas con el objetivo de aterrorizar a las alumnas. Tras gritarles ‘¿Impías libertinas, vuestro velo es transparente. Se os ven las cejas!’, detuvimos a diez alumnas porque su vestimenta no era adecuada y la verdugo, Umm Hamzah, les infringió 20 latigazos», explica la disidente, que relata cómo las mujeres de los luchadores contra el EI en las zonas de conflicto son utilizadas como esclavas sexuales y vejadas en público para subir la moral de los terroristas.
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