¡Qué voten los muertos! Villalba dels Arcs decidirá en referéndum el futuro del monolito a los caídos


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Vilalba dels Arcs, en la Terra Alta, ha decidido convocar un referéndum para decidir el futuro del monumento a los caídos que hay en la plaza Mayor del pueblo. Junto con este monolito se puede leer la siguiente inscripción: «Caídos por Dios y por España. ¡Presentes!».

El ayuntamiento ha decidido que tapará con una losa la inscripción pero aún se desconoce qué pasará con el monumento. Según la alcaldesa de la población, Teresa Mariné, la consulta planteará dos opciones: retirarlo o mantenerlo en el mismo lugar.

En 2010, actores y directores de cine protagonizaron un vídeo, dirigido por Azucena Rodríguez, de nueve minutos de duración, en el que se hacían pasar por soldados y civiles fusilados durante la Guerra Civil española.

En uno de los relatos se recogen los «Hechos de Villaba» que ahora pretenden ocultar. Villalba fue una de las poblaciones más masacradas por la represión republicana en la retaguardia.

«Mataron a mi padre y a mis tíos»

«Mi nombre es José Bada, tengo 77 años, tres cuando comenzó la Guerra Civil española y seis cuando terminó. Vivo en Villalba de los Arcos, Tarragona, y mataron a mi padre, Juan, y a sus tres hermanos: José, al que fusilaron en Caspe; Ramón, que era cura, y Francisco, el más pequeño de todos ellos, al que hirieron y después ordenaron envenenar en el Hospital de Tortosa.

Por parte de mi madre, asesinaron a cuatro familiares, dos hermanos y dos sobrinos: uno era panadero, otro secretario del Ayuntamiento, que en aquel momento era de derechas, pero que estaba legalmente constituido durante la II República, el tercero era médico y el último hermano de La Salle.

Cuando se produjo el alzamiento del 18 de julio y falló el golpe en Barcelona, la izquierda empezó a matar gente. En mi pueblo asesinaron a 56 personas sólo porque eran de derechas. El comité revolucionario que se constituyó esos días reclamó milicianos alegando que estas personas se habían sublevado, algo que no era cierto.

Desviaron cinco camiones de la ruta de Barcelona. Lo primero que hizo la tropa al bajar de los vehículos fue meterle cuatro tiros al padre de una chica, ella todavía vive, porque él tocaba el armonio en la iglesia y era director de una banda de música.

Después fueron a buscar al resto a una sociedad recreativa, que era el centro de  la gente de derechas, donde solían reunirse para escuchar las noticias. Los sacaron a todos con los brazos en alto y se los llevaron para la plaza.

En el trayecto encontraron al cabo de somatén, que salió al escuchar tanto ruido, y le soltaron dos disparos. El vicario, desde una ventana, mató al abanderado de los milicianos y los detenidos huyeron.

Algunos cayeron en ese momento. Al resto los prendieron y ejecutaron más tarde. A mi padre no le importaba la política. Ese día estaba durmiendo la siesta en su casa cuando lo sorprendieron, lo sacaron de su domicilio a la fuerza y le mataron delante de su madre. Lo hicieron porque iba a misa y tenía un hermano que era cura. Todavía recuerdo los gritos y sollozos de mi madre».



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