El Govern de la Generalitat reunido con carácter extraodinario, ha decidido colocar miles de estelades o cubanas en todos los campanarios del Principado, en un intento desesperado por evitar que otras iglesias se desplomen ante la mirada atónita de transeúntes y parroquianos. Esta decisión ha sido tomada tras desplomarse el campanario de la iglesia de Sant Pere, en la población leridana del Rosselló.
Técnicos de diversas Conselleries han elaborado un sesudo estudio –fianciado con una dotación económica extraordinaria-, que correlaciona el desgaste de materiales con el poco fervor micropatriótico del mossèn titular.
Diversos colectivos profesionales han puesto en duda la validez de las conclusiones, pero Lluis Llach y Pilar Rahola han iniciado una recogida de firmas para movilizar a millones de catalanes y catalanas, especialmente en barrios de religión musulmana muy sensibilizados con la cuestión. En declaraciones del nuevo “Ministre d’Exteriors”, Raül Romeva, el Govern pretende desactivar inmediatamente la maniobra del Estado español y sus cloacas habituales en su intento por eriosionar esa parte de la iglesia catalana comprometida con la nueva República en devenir. El «Ministre» que se ha declarado agnóstico practicante, añadió: «Las iglesias de Catalunña han de estar en perfecto estado. Si algún día los catalanes y catalanas deciden democráticamente que deben ser deconstruidas como en el 36, preferimos estructuras sólidas que poder dinamitar, que prender fuego a montón de cascotes que no lucen tanto en los informativos«

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