Fuente: selectodigital.es
Artur Mas: Te conocí en 1987-88 –justo antes de que te fueras a hundir la peletera Tipel (del gran bandido Prenafeta –alter ego de Jordi Pujol-) cuando ocupabas ‘cargos’ públicos a dedo y se te preparaba para futuras posiciones dentro de la maquinaria política del entonces mundo que giraba alrededor de Jordi Pujol y Convergència Democrática de Catalunya (junto con Unió Democràtica de Catalunya).
En aquella época ya eras un pavero director general del Departamento de Comercio, Consumo y Turismo de la Generalidad de Cataluña para la promoción exterior, puesto al que accediste después de ser brevemente jefe del Servicio de Ferias y Director General de Promoción Comercial… puro humo –lo de tus cinco idiomas también lo domino yo-.
A la sazón, yo era el secretario general de una asociación de fabricantes exportadores de productos industriales y maquinaria (pura empresa privada a la que accedí mediante una selección de personal vía anuncio en La Vanguardia; IOR), que era necesaria como interlocutora válida sectorial por motivos de atajo a las subvenciones, ayudas para asistir a ferias, soporte a las misiones comerciales y otras acciones exportadoras en las que necesitaba/mos entrar en contacto con el recién creado COPCA (Consorcio de promoción comercial de Cataluña) que se había creado ad hoc para expulsar del territorio al, entonces, INFE (Instituto de Fomento de la Exportación, ese mismo año transformado en ICEX –Instituto de Comercio Exterior*) que es el que fomentaba y financiaba la exportación española mediante políticas de cohesión sectorial y programas prioritarios o estratégicos de actuación).
Aquellos años, hasta casi finales del los 90, los empresarios podían sacarle unas perras al ICEX o al COPCA, según fuera su habilidad o fuese la pericia del gerente de la asociación de exportadores a la que pertenecieran; llegándose a duplicar o a solaparse subvenciones por una misma acción ‘promocional’, en la que no es que se embolsaran dinero las empresas privadas, no; lo que sucedía es que el que era menos tonto y ‘hacía relojes’ acaparaba más partidas y ayudas para ir, por ejemplo, a una feria rara en Bolivia o en Nigeria para vender ‘conmrendtifosfotpios’ o ‘gartdferndocimodores’.
Que si una bolsa de viaje, que si unos billetes de avión, que si parte del alquiler del stand ferial, que si un catálogo, que si el hotel, que si las azafatas o las traductoras-intérpretes, que si una ‘presentación-cóctel con la asistencia del cuarto ayudante del tercer auxiliar del sexto secretario de la ‘nosequé’ empresarial del lugar. Pura filfa y despilfarro económico, la mayoría de veces.
Te vi y hablamos unas dos veces, Artur. Ya eras como ahora: engreído y petulante, Eras un nombre en un organigrama al que nadie conoció. Por mi status, accedía, negociaba e informaba a un también casi invisible director del citado COPCA (Serret), pero sobre todo al excelente gerente sectorial (G. Ainoza) que hacía el trabajo con diligencia y sabía escuchar y solucionar problemas; y era el que de verdad hacía el trabajo de zafa –estos son los que hacen que la maquinaria de la administración del Estado ruede, no la gente como tú-. Nota: en Madrid, el –por cierto, muy chiquitín Ruiz Ligero, interpares de Serret- sí se dejaba ver y ‘hablaba’ con las empresas. Serret nunca. Otro misterio; aunque el no izo tu carrera.
A lo que íbamos. Ya entonces, a tus treintidos años (yo treinta y seis) apuntabas maneras… de trepa, de pavo y de ejemplar que usaba aquel puesto para escalar en el organigrama de tu tribu. Creído distante y pedante, nunca percibí en ninguno de los empresarios exportadores a los que servía ni un ápice de admiración ni de reconocimiento hacia ti. Eras… nada en un marasmo burocrático que entonces solo intentaba copiar cualquier estamento, departamento o actividad del Estado, para ir ‘robándole’ competencias, como así fue y es. El nefasto ‘fer país’ que nos ha llevado a este caos fratricida.
Recuerdo el trascurso de una cena en la que llegaste tarde y te fuiste antes de lo aceptado socialmente como correcto, en la que largaste un rollo a los postres. Era de negocios España/Cataluña-Hispanoamérica. Había representantes cualificados de Chile, Argentina y, creo que de Perú… digamos Cono Sur. Se trataba de una ‘misión comercial inversa’, una suerte de figura promocional inteligente en la que en lugar de ir allí se ‘les’ trae aquí para que visiten fábricas y conozcan a los proveedores, en esa ocasión, catalanes.
Era 1988… ¡y ya estabas dando la tabarra con Cataluña y su diferenciación con el resto de España! Es más, Mas. Recuerdo perfectamente que terminaste tus diez escasos minutos con unos dos ¡en catalán!, ante atónitos invitados que supongo que creyeron que esta riqueza idiomática era un plus europeo… ellos, pobrecillos que solamente hablan español y lenguas menores sin fijación, lustre y esplendor. No entendieron nada, pero te vieron y ya te vi haciendo tu gesto de dar un saltito para parecer más alto y separar el brazo del hombro para que se te imagine más cachas. Patético.
Creaste muy mal rollo, pero aquella experiencia premonitoria no fue suficiente para que los empresarios y directivos presentes encendieran alguna alarma –aunque algunos lo comentaran. Yo sí. Ya noté lo que se avecinaba. Y vino y se quedó.
Por esto seguiré hablando de ti y de tus timos. Artur.
(*) Recuerdo al bueno de Antoni Montserrat, director territorial del ICEX en Cataluña, intentando contrarrestar los feroces ataques institucionales de vuestra gente, que ya tenía traspasadas competencias y ¡presupuesto! para repartir entre las empresas, de las que siempre habían las llamadas vampirasposimatas que se beneficiaban de todo y de todos: ICEX, COPCA, Cámaras de Comercio o lo que fuera. ¡Cómo lo intentabais ningunear!, sobre todo Marta Santamaría, la integrista comisaria que llevaba el asunto ferias en los 90 y 00 en Cataluña; a la que todos los empresarios hacían la pelota para que soltara la pasta… que soltaba a cambio de a saber qué.
Categorías:MITES NACIONALISTES / MITOLÓGICAS


joe artur creo que no son de tu club de fans
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