ARANCEL FIGUEROLA DE 1869
Un arancel es un impuesto que se aplica a los productos extranjeros, para proteger a los productos propios del país. Lo que vendríamos en llamar una política proteccionista. Se protegen los productos propios, elevando mediante impuestos los productos que llegan de fuera. La liberalización del comercio exterior ha pasado a ser, junto con la creación de la peseta y la reforma monetaria, el emblema de la gestión del catalán Laureano Figuerola Ballester (1816-1903, ministro de Hacienda en el gobierno del general Serrano). El arancel de 1869 ha pasado a la historia poco menos que como la obra cumbre de Figuerola, para bien en el caso de algunos —de casi todos ahora a comienzos del siglo XXI— o para mal en el caso de otros, sobre todo en el momento en que se realizó la reforma. El propósito era llegar a un tipo fiscal del 15%, pero tras sucesivas rebajas y a través de un proceso que diese tiempo a los agentes económicos a adaptarse a la nueva situación. Considerado en el conjunto de la política económica de Figuerola, el arancel tenía una finalidad doble.
Se protegen los productos propios, elevando mediante impuestos los productos que llegan de fuera
Por una parte, la reducción de la fiscalidad sobre las importaciones, debía servir para ayudar a modernizar la estructura productiva española; así se comenzaba por rebajar los aranceles sobre los bienes de equipo y las materias primas para que eso permitiera que los más eficientes modernizasen sus estructuras productivas y, por consiguiente, fuesen más bajos sus costes de producción y, en definitiva, pudiesen hacerse con el mercado y ser los líderes de la nueva situación, además, en el medio plazo, el arancel liberalizador, o moderadamente librecambista, debía ser un estímulo para la competencia, porque para Figuerola la competencia era un factor esencial para el crecimiento económico. La competencia obliga a que los agentes estén atentos y que modernicen continuadamente su estructura productiva. De modo que a corto plazo el arancel permitía la modernización y, a medio y largo plazo debía permitir, vía el estímulo, que la competencia significara el crecimiento económico.
La vuelta de los liberales al poder se va a reflejar en la aprobación de una nueva Ley de Sociedades Anónimas en 1869, de corte liberal, y del famoso Arancel Figuerola, punto culminante de la política librecambista en España
Por otra parte el arancel servía como elemento para aunar recursos a la Hacienda. Todos los librecambistas del siglo XIX tenían una enorme confianza en que los aranceles bajos, al estimular el comercio, en el fondo eran más rentables para la Hacienda que los aranceles elevados ya que éstos no generaban recaudación, los aranceles bajos, en cambio, la aumentaban. Así podía Figuerola cubrir, por medio del arancel, los recursos que la Hacienda perdiera por otras vías, por ejemplo con la supresión de los impopulares consumos. La vuelta de los liberales al poder se va a reflejar en la aprobación de una nueva Ley de Sociedades Anónimas en 1869, de corte liberal, y del famoso Arancel Figuerola, punto culminante de la política librecambista en España. Con este arancel se suprime la prohibición de importar y se establecen tres grupos arancelarios:
“Extraordinarios”, que significan entre un 30% y un 35% del valor de la mercancía en la frontera. Supone el máximo nivel de protección nominal legal.
“Fiscales”, con un 15% de la mercancía en la frontera.
“De balanza”, establecidos a efectos de control puramente estadístico.
La base quinta de la Ley arancelaria de Figuerola prevé que los derechos arancelarios extraordinarios (los más altos) serían inalterables por seis años, comenzando a reducirse después gradualmente, hasta que en 1881, quedarían reducidos a aranceles fiscales. La base quinta centrará la polémica entre el librecambio y el proteccionismo al provocar una fuerte reacción proteccionista. Estos últimos trataron de evitar que la situación de librecambio se hiciera irreversible. Se crea la Liga Proteccionista Española en 1869 y uno de los defensores de la protección, diez años después de haber entrado en funcionamiento, Pedro Bosch y Labrús (1827-1894), diputado catalán, muy proteccionista y destacado conservador, hizo una petición al ministerio para que se aboliese el arancel Figuerola, pero el ministro de turno, también del partido conservador, le contestó que con lo bien que estaban yendo las recaudaciones de Aduanas, a nadie se le podía ocurrir tocar el arancel en esos tiempos de penuria económica (en 1875 había estallado la tercera guerra carlista), sin embargo, aquél llega a afirmar contundentemente: “La base quinta supone la liquidación de la industria nacional”. La realidad fue que en los años 70 y 80 hubo un intenso proceso de crecimiento de las fábricas más importantes y modernas situadas casi todas en Cataluña. Habían desaparecido los tradicionales telares artesanales en el interior de España.
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