La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no asistirá (cosa lógica y ya sabida) a la tradición misa que se celebrará en la Basílica de la Mercè en honor a la patrona de la ciudad. Estas fiestas serán su primer acto cultural como alcaldesa de Barcelona. Colau argumenta que, con la intención de respetar el carácter «aconfesional»  de instituciones democráticas, la misa de la Basílica de la Mercè no formará parte del programa institucional de las fiestas. Con esta decisión, defiende la laicidad de su Gobierno y rompe de forma antidemocrática con los deseos de miles de barceloneses. Con esta decisión rompe la tradición multisecular que siempre ha reflejado el programa oficial de las fiestas de la Mercè, que sabia respetar las diferentes sensibilidades de muchos ciudadanos.

Desde que Colau tomó posesión de su cargo, este ayuntamiento transpira cierto tufillo anárquico. Es un ambiente que me recuerda al político y escritor ruso Anatoly Lunacharsky (1875-1933), que en el año 1917, cuando ejercía el cargo de comisario de Instrucción Popular de la Unión Soviética, presidió una parodia de tribunal popular contra el Creador, un juicio contra Dios. El tribunal halló a Dios culpable de los cargos presentados contra él, así que se le condenó a muerte. La sentencia fue ejecutada mediante una salva de fusilería dirigida al cielo. En 1933 Antaloly Lunacharsky fue nombrado embajador de la Unión Soviética en España, pero falleció cuando se trasladaba a Madrid.

Francisco Ortiz de Pinedo. Tarragona. Opinión. El Periódico. 6 de Agosto de 2015

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