Soldevila distaba de ser una voz aislada. El periodista Carles Sentís, en una serie de artículos en Mirador, trazó una imagen de los murcianos como seres primitivos que invadían Cataluña. No pagan los alquileres, no respetaban los contratos, exhibían modales rudos y practicaban el amor libre, con lo que favorecían un incremento demográfico descontrolado y, por tanto, el aumento de la delincuencia juvenil y de una enfermedad contagiosa, el tracoma (1). Sus reportajes
tuvieron un considerable impacto, reflejado en su eco en otros medios de comunicación. Un periódico catalanista, El Be negre, insistió en la idea de una amenaza foránea con este comentario sarcástico: “España para los españoles. Cataluña para los murcianos”(2).
En aquellos momentos, el murcianismo, término acuñado por la preponderancia de recién llegados de esa procedencia, constituía un motivo de preocupación extendida. Un sacerdote, Carles Cardó, constató que muchos catalanes deploraban tal situación. Les hubiera gustado cerrar Cataluña a aquellas gentes que venían huyendo de la miseria. Cardó no compartía este deseo, convencido de que la inmigración, si se practicaba una política de asimilación adecuada, podía ser un bien. Los murcianos serían pobres e ignorantes, más aficionados que los autóctonos a cualquier forma de subversión, pero, si se hacían bien las cosas, pondrían las bases de un mestizaje que enriquecería la potencia física y cultural catalana. Siempre que se llevara a cabo “una fuerte educación moral y nacional”(3).
(1) Carles SENTÍS, “La vida en un nucli tocant a Barcelona”, Mirador, nº 201, 8 de diciembre de 1932.
(2) Jesús LAÍNZ, España contra Cataluña. Historia de un fraude, Madrid: Encuentro, 2014, p. 180-181.
(3) Carles CARDÓ, “El murcianisme”, La Veu de Catalunya, 4 de mayo de 1934, tomado de JordiGIRÓ I PARÍS, El pensament polític de Carles Cardó i de Jacques Maritain, Barcelona: Institut d’EstudisCatalans, 1995, p. 467.
Francisco Martínez en Aportes, nº 84.

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