En la calle Aragón, muy cerca del cruce con Passeig de Gràcia, se encuentra un restaurante con un nombre cuanto menos original: Madrid – Barcelona. Un nombre que parece evocar el clásico duelo futbolístico pero que en realidad tiene su origen en el tren que desde principios del siglo XX conectaba ambas ciudades y que pasaba por la calle Aragón. En ese cruce de calles emblemático y céntrico es donde se construyó un apeadero de grandes dimensiones, del que el Madrid-Barcelona es su ultimo recuerdo.
Del viejo apeadero de Paseo de Gràcia se ha escrito mucho, ya que desapareció en 1960 y resulta muy habitual encontrarlo en viejas fotografías de la ciudad. Muchos barceloneses aún se sorprenden al encontrar un edificio de ese tamaño y aspecto en un lugar hoy tomado por el tráfico.
El apeadero se construyó en 1902 para que los viajeros pudieran llegar directamente al centro de la Barcelona burguesa. Dado su emplazamiento y sus usuarios habituales, se hizo construir en un estilo pretencioso que generó no pocas críticas en su momento. El rey Alfonso XIII encabezó la lista de personajes que llegaron a Barcelona utilizando el apeadero, celebrados siempre con la pompa habitual de la época.
En 1960, década en la que la piqueta hizo estragos en nombre del progreso, desapareció el viejo apeadero, sustituido por el actual cruce de pasillos y vestíbulos subterráneos que se encuentran entre Aragón y Passeig de Gràcia. El Madrid- Barcelona es el ultimo vestigio de aquel edificio. Inaugurado en 1929 con motivo de la Exposición Internacional se construyó enfrente del apeadero como fonda para los viajeros que llegaban o partían en tren pudieran tomar algún refrigerio.

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