El invierno llegó a Cataluña hace 35 años. Algunos –pocos, entre ellos el presidente Tarradellas– lo intuyeron y lo avisaron. Fue en vano: en mayo de 1980 el nacionalismo, de la mano de Jordi Pujol, accedió a la presidencia de la Generalitat.
Durante los primeros años los objetivos fueron no asustar, ampliar la base nacionalista y lograr el control de la sociedad: se lanzaron campañas blancas como “Catalunya cara neta” o “La feina ben feta”, se aprovechó la fuerza bisagra de los diputados nacionalistas en Madrid para lograr el control total de la educación y los medios de comunicación.
Transcurridos 10 años, en 1990, CDC adoptó un documento elaborado porJordi Pujol, el “Programa 2.000” que reflejaba la obsesión por inculcar el sentimiento nacionalista en la sociedad catalana, propiciando un férreo control en casi todos sus ámbitos y la infiltración de elementos nacionalistas en puestos clave de los medios de comunicación y de los sistemas financiero, educativo, de orden público y judicial.
Tanto éxito tuvo la operación que a los pocos años el monopolio de la ideología nacionalista era total. Incluso los partidos no nacionalistas, del PSC de Maragall y Montilla al PP de Piqué y Aznar, hicieron suyos el relato, los conceptos y el vocabulario del nacionalismo. La sociedad civil catalana, antaño indómita e insobornable, yacía anestesiada por las subvenciones, paralizada por las regulaciones y atemorizada bajo el peso de una ideología omnipresente. En 2011 la nueva dirección de CiU (los “talibanes” según sus propios compañeros de partido) decidió aprovechar la terrible crisis que asolaba a España para pisar al fin el acelerador y declararse abiertamente secesionista. El triunfo del invierno parecía absoluto.
Si es cierto que la noche es más oscura justo antes del amanecer, en Cataluña ha sido en lo más profundo del invierno nacionalista cuando han comenzado a brotar espacios de libertad. Millones de catalanes han visto el verdadero rostro del nacionalismo –fanatismo, incompetencia, corrupción – y han despertado de un prolongado letargo. En lo que ya se empieza a conocer como la “Primavera Catalana”, han surgido múltiples iniciativas a diestro y siniestro, cuyo denominador común es el deseo de libertad frente al establishment nacionalista: de Societat Civil Catalana a D´Espanya i Catalans; de Empresaris de Catalunya al Centro Libre de Arte y Cultura, deSomatemps a Crónica Global, de las manifestaciones del 12O en Barcelona a la desconexión social con la parcialidad descarada de TV3.
Junto a estas iniciativas surgen rostros nuevos, outsiders que encaran con frescura, seny y humor el debate con los hasta ahora intocables popes nacionalistas. En el canal de Youtube de DC pueden disfrutar viendo cómo, personajes hasta hace poco desconocidos, descolocan sin despeinarse a los paniaguados del nacionalismo. La mayoría de catalanes, el 75% que pasó del butifarréndum, tiene quien le defienda en la arena pública.
Todavía es pronto. El nacionalismo ha tenido 35 años para incrustarse en los corazones y mentes de los catalanes. Queda mucho por hacer. Pero no hay nada tan agradecido como enfrentarse a una ideología a la que le ha pasado su momento.
La primavera ha arribat a Catalunya. Adéu nacionalisme, hola llibertat.
Dolça i primaveral Catalunya…
Categorías:POLÍTICA


Trobo que la anterior comentarista te raó.
Des de Somatemps… qué us sembla? Qué podríem fer per que per una vegada poguem inclinar la balança? Hem de donar una imatge d’oposició i refús total a la insenstesa nacional separatista.
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El día de San Jordi la tindríam que montar i grossa ¡¡
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