José Bosch Grau mantuvo la dirección industrial de la marca «Anís del Mono» hasta poco antes de su muerte. Fue un burgués esquivo donde los haya, síndico del gremio de botillerías de Barcelona y, sobre todo, discreto seguidor del canovismo catalán.
El 14 de marzo de 1892, Vicente Bosch y su hermano José registran la marca de «Anís del Mono». Uno de los productos que elaboraban en su exitosa fábrica de licores de Badalona. En un viaje a París, en la plaza Vandôme, quedó encantado con la forma de corte adiamantado de un frasco de perfume que regaló a su mujer y la adaptó a su botella de anís, pidiendo los derechos al perfumista y registrándola como marca gráfica el 29 de diciembre de 1899. 
En 1898 Vicente Bosch convoca un concurso de carteles para par a conocer su producto, llevándose el primer premio el famoso pintor catalán Ramón Casas con el cartel “mono y mona”.
En el momento del nacimiento de la marca, existía un debate feroz en torno a las teorías del científico inglés Charles Darwin. La inclusión de un mono humanizado fue para algunos una muestra de apoyo de Bosch a las teorías darwinianas. Para refrendar esto, el mono de la etiqueta sostiene un pergamino con la inscripción “Es lo mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento”
En este sentido, el historiador Enric Satué (“El libro de los anuncios”) afirma, creemos que equivocadamente, que:
“…quien realizó una auténtica obra de creación fue el padre político del propietario, el señor Sala, que se hizo cargo del diseño de la etiqueta. Sala, que era un amateur de las artes plásticas, se apresuró a crear un personaje que se adecuara a la hoy centenaria botella. El resultado formal (probablemente imprevisto), conlleva tal carga ideológica que convierte esta simple etiqueta, para decirlo sin ambages, en un panfleto político de lujo.
Para empezar, el personaje no se puede clasificar, en rigor, entre los monos. Se halla en un proceso de metamorfosis lo bastante avanzado entre primates y hombres como para atribuirle la pretensión de resumir por sí solo la teoría del evolucionismo, ferozmente rechazada en aquel tiempo. De acuerdo con el análisis iconográfico más superficial hay que considerarlo, sin duda, un diseño plenamente positivista y, en este sentido, políticamente revolucionario si tenemos en cuenta el contexto sociocultural de la época. Y decimos esto porque no se limita a caricaturizar un tema científico de actualidad polémica, sino que toma partido -¡y de qué modo!- a favor del darwinismo militante, es decir, del progresismo que representaban una serie de fuerzas opositoras muy heterogéneas: republicanos y federales, positivistas, anticlericales y anarquistas, etc.»
Sin embargo, esta teoría de una familia Bosch darwinista y progresista no cuadra. Uno de los argumentos es precisamente las creencias conservadoras de la familia, que por lo general se escandalizaban con la teoría evolucionista. Significativa resulta la trayectoria política de Vicente Bosch, militante demócrata ya en 1863, que aparece en los primeros años 80 adscrito al regeneracionismo catalán, y que antes de fallecer en 1907, mostró simpatías por la causa carlista, por ejemplo, ofreciéndose a servir su cava en uno de sus actos multitudinarios en Barcelona allá por 1903.
En este caso, y tal como cuenta otra versión, la etiqueta de Anís del Mono es precisamente una crítica al darwinismo y un guiño a los que se burlaban de Darwin.
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