Entre las malas decisiones tomadas por distintos países al comienzo de la pandemia, como la de retrasar las medidas en España para poder celebrar manifestaciones el 8-M, destaca como una de las peores el traslado de enfermos de coronavirus de menor gravedad de vuelta a sus residencias. La idea era rebajar la presión hospitalaria y que dichas residencias colaboraran en los esfuerzos médicos. La consecuencia inevitable, que el virus campara a sus anchas precisamente ahí donde había más población vulnerable, causando estragos.

Varios gobiernos de Estados Unidos tomaron al iniciarse la pandemia, retornaron ancianos enfermos de Covid de los hospitales a las residencias. Esta errónea decisión provocó contagios y miles de muertos en residencias.

En Pensilvania también se adoptó esta política. En verano ya habían muerto 5.000 personas en las residencias, dos tercios del total de fallecidos en el estado, una cifra que en algunos condados ascendió al 80 y el 90 por ciento del total. El FBI llegó a considerar investigar como delito la gestión de la enfermedad.

Rachel Levine -la sorprendente transexual aupada por Biden, era la secretaria de Sanidad del Estado que tomó esa decisión. Y mientras sus instrucciones seguían en vigor, sacó a su madre de 95 años de la residencia donde estaba. (¡No nos lo podemos creer. Seguro que es un fake de los malvados asaltantes al capitolio!)

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