El régimen comunista-capitalista de Pekín impuso ayer una draconiana Ley de Seguridad Nacional para aplastar la larga revuelta que de vive en Hong Kong. La perpetración legislativa se hizo sin que se supiera su contenido y sin pasar por el Parlamento autónomo de la excolonia británica, cuando los 162 diputados del comité permanente de la Asamblea Nacional Popular la aprobaron por unanimidad en Pekín por la mañana.

Horas más tarde en el Boletín Oficial de Hong Kong se conocieron las penas con que castigará los delitos que contempla: secesión, subversión, terrorismo e injerencia extranjera. Los dos primeros prevén condenas de entre tres y diez años y, para sus organizadores, cadena perpetua.

Además, el ataque o el vandalismo contra instalaciones del Gobierno será considerado subversión del poder estatal. El terrorismo será castigado con penas de entre cinco y diez años hasta la cadena perpetua. También se aplicará a aquellas acciones apoyadas por organizaciones foráneas que dañen al Gobierno local y al central, sino también incluso las que pidan ayuda o sanciones internacionales.

¿Es este nuestro futuro? El comunismo-capitalismo chino se perfila como el modelo del futuro sino le ponemos remedio.

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