Según informa el rotativo El Mundo –no espere encontrarlo en las gacetillas del Règim Hutu– el Centro Penitenciario Lledoners se ha convertido en un concurrido after hours que nada desmerece a los míticos garitos de la Ruta del Bakalao valenciana. Por lo leído, aquello es un no parar, una fiesta sin horas, donde hecha la ley, hecha la trama. Transferidas la competencias en materia penitenciaria desde la década de los ochenta, enchironar a los golpistas del 1-0 bajo tutela de la Generalitat, es como poner el zorro a guardar las gallinas. No parece -de momento- haber registro de señoritas que fuman entre los ilustres visitantes, que en romería patriotera desfilan para presentar empatías voceadas a los cuatro vientos mediáticos. Resulta curioso, como las fuerzas vivas del separatismo del siglo XXI  han dejado de peregrinar a Montserrat; los milagros en la República del Nunca Jamás, se otorgan en un mundano vis a vis por los grandes próceres de la democracia universal, que de tanta devoción que despiertan entre el populacho, son ya una especie de santos conseguidores versión laicista. Esta tal el carisma que desprende el lugar  -con todos los santos allí congregados- que para noviembre está prevista una calçotada dentro del recinto y en la revetlla de Cap d’Any, se espera la asistencia del pinchadiscos David Guetta. Ni en Ibiza, oiga.

Lledoners es una metáfora de lo que ha venido sucediendo en estas últimas décadas en este podrido oasis de endogamia y fraude. Cuando dentro de un Estado corrosivo, crece otro Estado disolvente, la deslealtad se hace palpable a modo de insumisión calculada en todos los actos y gestos. Desde los medios públicos, las escuelas, universidades o asociaciones culturales bien regadas con subvenciones, se trabaja con el objetivo de fracturar, enfrentar y dividir a la sociedad catalana. La estancia de los golpistas en Lledorners, es un nuevo frente abierto para desgastar la legitimidad del Estado. A partir de aquí, ancha es Castilla. Con la permisividad de funcionarios separatistas, los golpistas encarcelados están percibiendo un trato preferencial sin que desde el Gobierno o Fiscalía exijan la más mínima explicación. Lo de siempre, pero esta vez con Pedro Sánchez de prestao en la Moncloa.

Dichas atenciones carcelarias no están a disposición de todos los reos. En el talego también hay clases y desclasados. Que se lo pregunten, por ejemplo, al librero catalán Pedro Varela, que según Fernando Savater –que no es ni vegetariano ni nacionalsocialista- es el único preso político en España. No me consta que Varela haya recibido jamás la más mínima cortesía por parte de la Administración. Todo lo contrario.

Malditos libros prohibidos y malditos libreros.

Sandra Ventura

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